
«¿A alguien le queda alguna duda de que las autonomías son un cáncer maligno que destruye el cuerpo de España?»
Recuerdo que contaba con veinte años cuando asistía atónito en el telediario ante la noticia de que un tal Arbeloa se presentaba como candidato de HB a la presidencia de Navarra en 1987, encarcelado un año antes por su pertenencia a ETA. Creo recordar igualmente que un diputado de CIU, que luego pasaría al PP y luego a UPyD, llamado Trías de Bes definió aquello como un «éxito de la democracia» lo cual me dejó pasmado más todavía. Siempre he pensado que de aquellos barros estos lodos, pues la libertad tiene un límite y desde luego no somos libres para dinamitar los pilares de la libertad, la igualdad ni la soberanía nacional.
Alguien se imagina cualquier asociación, club cultural, deportivo, ONG, organización que admitiera entre sus miembros a personas que declaradamente pretendiesen deshacer, liquidar y vender esa entidad. Creo que la respuesta está más que clara y evidente, cristalina.
De la misma manera no se les permitiría ingresar aunque afirmaran que aceptaban los estatutos y normas de esa organización «por imperativo legal» manteniendo sus aspiraciones de romper esa asociación, argumentando además que mantenían una aspiración «democrática» y «pacífica» que mereciera todo el respeto.
«Ningún país democrático ni dictadura admite partidos o tendencias cuyo objetivo sea romper el estado, esos grupos están fuera de la ley… menos en la España del café para todos y la perversión de la democracia»
Aquí hemos visto abochornados en la toma de posesión de los señores diputados a auténticos golfos haciendo posesión del cargo con verdaderas declaraciones que deberían haber sido motivo de expulsión. El juramento/promesa debe ser uno y leído al pie de la letra.. ¡y si non, non!, que se vayan a tomar el pelo a otro con su dinero, no con el mío.
Esa es precisamente la tremenda perversión en la que vivimos, la trampa, la atadura dialéctica de la que es necesario liberarse de una vez por todas. Ningún país democrático ni dictadura admite partidos o tendencias cuyo objetivo sea romper el estado, esos grupos están fuera de la ley… menos en España.
Francia, por ejemplo, no admite por ley que ni siquiera pudiera elevarse propuesta sobre este punto, haciendo reo de delito a quien lo propusiera. De esta manera ni el país vasco francés, la Navarra francesa, la Cataluña francesa, ni Córcega, ni Bretaña podrán separarse de Francia en ningún momento, y lo que resulta patético es que la unidad de España tenga que salvaguardarse con la constitución francesa, que niega las aspiraciones de la etnogénesis de separatista vascos y catalanes.
¿Cómo es posible que no sea delito la aspiración de romper España?, así se pone chulo cualquiera, ahí tenemos a Bileda I de Catalonia, alias Kokomotxo, ya vieron lo que le pasó en su día a la camarilla de Companys y se encargaron de cambiar las leyes, y lo poco que queda en nuestro Código Penal no se atreven a aplicarlo.
Llevamos años, perdiendo esfuerzos y dinero en cada proceso electoral, preguntándonos lo que somos y hacia dónde vamos en vez de trabajar en una misma dirección que es lo que nos haría más grandes, fuertes y competitivos. No es posible que se permita gastar dinero de todos los españoles en hechos diferenciales, en crear departamentos, embajadillas que deberían estar todas cerradas, agencias, marcas territoriales, legislaciones, normas de mercado particulares que nos perjudican y nos empobrecen, mientras una parte de España pretende hacer imperialismo sobre el resto olvidando que el principal cliente de todo lo que se produce en Cataluña es Aragón y luego el resto de España.
Las autonomías deben de ser consideradas, sin complejos, como el gran error de la Transición, error que se refleja en el artículo 2 en el que a pesar de ser tajante al afirmar que la Constitución se fundamenta en la indisolubilidad de la Nación española, se introduce el término cancerígeno de «autonomía de las nacionalidades y regiones», términos metidos con calzador por políticos ignorantes, tratantes que venderían a su propia madre y que nos han traído el cáncer que padecemos.
No fue casual. Bajo condición de que todos dieran el sí a la Constitución y a la Corona se aceptó esa corrupción, pues… qué es una nación?, puede haber una dentro de otra?… al decir nación nos referimos a una población que habita y comparte un territorio y que tiene y comparte elementos comunes como lengua, cultura e historia, y de aquí toda la descomposición permitida desde hace cuarenta años consistente en atacar la lengua común, implantar la que separa y diferencia, crear y hablar de una cultura diferentes y hacerla próxima a otros además de escribir una historia a medida, e inventar pintorescas tradiciones en todos los campos, hasta en el gastronómico, que es lo que se ha venido haciendo, además de apropiarse hasta la paella y las fallas, y no sólo en Cataluña.
La definición de estado implica lo que se entiende como «una nación jurídicamente organizada» y esto es lo que se viene haciendo y permitiendo desde hace años, autogobierno… autogobierno… y leyes propias. Para que haya un estado debe de haber una serie de elementos como una población, un territorio, unos poderes públicos, unas leyes propias y una soberanía.
En cuanto al concepto de soberanía acordémonos de la declaración de forma unilateral e ilegal de «Cataluña como sujeto político» por parte de la Generalidad el pasado año 2013, incumpliendo la Constitución Española y su artículo 1 que deposita la soberanía nacional en el pueblo español y no en los territorios, todo ello ante el silencio de la jefatura del estado, del gobierno español y la oposición. ¿No se debió en aquel momento aplicar la ley y suspender la autonomía de Cataluña?, pues claro que sí.
Los separatistas ya lo tienen todo, y a nuestro gobierno y jefatura del estado parece que les falta todo para hablar de forma clara, contundente, así como para defender y actuar de la misma forma y retrotraer los errores cometidos tras treinta años de lavado de cerebro y de dictadura lingüística, dejando claro y de una vez que la Soberanía Nacional reside en el Pueblo Español. Como consecuencia de ser depositario del poder hay que tener y ejercer autoridad y de no hacerlo se incurre en una grave responsabilidad ante todos los españoles.
El hecho de afirmar y esgrimir la sola propuesta de romper España, con el procedimiento que sea, aun afirmando de forma tramposa «que se pretende democráticamente y sin violencia» es ya un hecho violento que ataca la propia esencia de España, a la soberanía nacional y a todos los españoles que nos hemos dado esta Constitución, sin olvidar que España es anterior a esta y a anteriores normas remontándonos a 2.000 años de historia real y no la que argumentan los creacionistas separatistas.
¿A alguien le queda alguna duda de que las autonomías son un cáncer maligno que destruye el cuerpo de España?