La pintura de los días por Demetrio Reigada: Hoy Matías Quetglas el maestro realista de la armonía

¡BUENOS DÍAS!
Nos acompaña en el inicio de la jornada Matías Quetglas, un pintor figurativo perteneciente al grupo de realistas españoles nacidos en la postguerra.
Nació en Ciudadela en 1946. Hizo su primera exposición a los dieciocho años en su ciudad de origen. Luego se traslada a Madrid donde ingresa en la Escuela de Bellas Artes.

En los años setenta empieza a exponer en diferentes ciudades españolas y europeas, como Madrid, Oviedo, París y Estocolmo. Y en los ochenta inicia una serie de viajes a Italia que le sirven para conocer la pintura clásica y profundizar en las técnicas pictóricas.
En sus primeras obras, el estilo de Quetglas se relaciona con diferentes corrientes del realismo como el hiperrealismo, el realismo mágico y el surrealismo. En ese inicio sus composiciones están inspiradas en la figura humana que empieza a adquirir una presencia importante, que posteriormente será uno de los temas más recurrentes.
En la década de los ochenta inicia una serie de autorretratos de un pintor y una modelo. En las últimas obras de esta etapa es frecuente que aparezca el mismo pintor y la misma modelo que parece ser su mujer, María Antonia. De esta manera, el pintor enseña su mundo, su vida dentro del estudio y sus diferentes experiencias plásticas.

La realidad inmediata se substituye por paisajes y modelos imaginarios donde el entorno del artista ya no es el protagonista. Empieza a aparecer la figura desnuda de la mujer con el sentido de representar la armonía y la comprensión, para él es una transposición de humanismo, de enseñar la naturaleza humana en sentido espiritual.
Una etapa muy importante para su carrera es cuando su gran interés por el cuerpo humano le conduce a la escultura. Su estilo es conocido por la exageración del volumen de los cuerpos y figuras de grandes dimensiones, define el contorno y el volumen con gran libertad, lo que provoca que a veces las figuras adquieran algunas desproporciones.
Quetglas también cultiva el grabado.