La pintura de los días por Demetrio Reigada: Hoy los vestidos vaporosos del maestro victoriano Lawrence Alma-Tadema


¡BUENOS DÍAS!
Para comenzar esta jornada acudimos al pintor holandés Lawrence Alma-Tadema, a quien se le conoce fundamentalmente por esas escenas que recuerdan el mundo antiguo de helenos y romanos, con mujeres en vestidos vaporosos y unos semidesnudos que hicieron popular al autor.

Pocos artistas disfrutaron del éxito que Alma-Tadema logró en el Reino Unido con sus estudios de semi-desnudos implantados en un contexto de la vida cotidiana en la antigua Roma, Grecia y Egipto. Nacido en Dronryp, su formación artística se inició en la Academia de Amberes, y se completó con el Barón Leys, un pintor histórico cuyas cuidadosas reconstrucciones de la vida en los siglos XVI y XVII resultó ser el maestro ideal para un pintor como Alma-Tadema, cuya elección de tema siempre había sido similar.
El marchante de arte de nacionalidad belga Ernst Gambert, encargó a Alma-Tadema la realización de cuarenta y cuatro pinturas que se mostraron finalmente en Inglaterra, donde causaron una sensación instantánea.

Los victorianos ya habían sido condicionados a aceptar desnudos como una forma de arte que Lord Leighton había expuesto en sus pinturas en la década de 1860. Pero la pintura de Alma-Tadema dio un paso más. Después de pintar una serie de temas en los que sus mujeres semidesnudas fueron objetos meramente decorativos en el marco de sus vívidas reconstrucciones de la historia clásica, se extralimitó a sí mismo con su pintura titulada «Modelo de un escultor» (que hoy reproducimos aquí). Este desnudo frontal de la modelo ofendió profundamente a los mojigatos y causó una especie de furor y desde entonces Alma-Tadema se limitó a retratar a sus modelos semi-cubiertos.
Su trabajo se hizo enormemente popular en los Estados Unidos, donde se esforzó en forjar el concepto de la vida «hollywoodiense» en los tiempos antiguos.

Sus obras fueron numeradas con números romanos, (a partir de No I cuando tenía 15 años) y son a menudo criticadas por carecer de emoción y mostrar poca inteligencia en los rostros de los hombres y las mujeres de su mundo. En la década de 1920 el Grupo de Bloomsbury destacó el trabajo de Alma-Tadema como ejemplo de todo lo que estaba mal en el arte victoriano, acusándolo de perder su habilidad técnica en «temas tan fútiles, inútiles y superficiales».