Islas, volcanes, finales del mundo y el amor verdadero. Por Vicky Bautista Vidal

Islas, volcanes, finales del mundo y el amor verdadero.

«El amor, jóvenes descarriados de selfi, musculitos y calzoncillos Calvin Klein, o interioridades Victoria Secret, consiste en tolerar, comprender, ayudar, asumir…»

 
¿Sobre qué puedo lloriquearle a mi cuartilla hoy?… Duda mi inquieta mente en el tema a elegir. ¿El caso de las niñas abusadas de Mallorca?… Ignoradas por quienes deberían estar luchando por ellas porque están ocupados en integrarnos en los “Países catalanes” y en disimular su poquedad, ineficacia y mal hacer. ¿Cuántas niñas más tienen que desaparecer o convertirse en prostitutas para que alguien haga algo?
 
¿De la doña mandataria Armengol? Porque sus “perjumenes” “sulibeyan” al personal pues recuerdan el aroma a trasero de Puigdemont por tanto abrir las puertas y los brazos a un catalanismo separatista que esta envenenando las islas, antaño paradisiacas, que yo amo especialmente, desde antes de conocerlas en realidad, cuando yo las miraba con ojos de turista. Y ahora, que las veo desde dentro con sus luces y sus sombras, sigo amando el paraíso que fueron y que siguen siendo. Me duelen los gusanos que pretenden pudrir la raíz de su naturaleza; esa naturaleza que acaba siempre por redimir su propiedad a base de zurriagazos catastróficos.
 
¿Será que la isla, ahora mis sentidos la perciben polvorienta, ya no es más que un paraíso de borrachos y un nido de víboras que tiene la raíz en la abducción política por parte de inútiles llenos de avaricia y resentimiento social? ¿Emito alguna diatriba insultante y merecida a un presidente marioneta que se vendió hace tiempo a cosas inenarrables pero que se pueden narrar perfectamente?… Eso siempre vende y sube los me gusta.
 
¿El volcán?… Todos, repantingados delante de la tele, contemplamos el fin del mundo palmero: las bocas que se van abriendo y los cientos de vidas que deben volver a empezar porque todo lo que creían tener se lo ha tragado su verdadero dueño: el volcán Cumbre Vieja, con su vómito rojo e hirviente producto de una mala digestión intraterrena.
 
¿De los mosquitos? que me están devorando por ver si pueden dar continuidad a sus hijos, también hijos míos porque, es con las proteínas de mi sangre, la hembra del improductivo insecto, creación del infierno, alimenta sus huevos para que no nos falte nunca el martirio. Hijos no deseados estos, por cierto. Aunque, quizá, a partir de leerme, vean ustedes a los chupasangres veraniegos como a familia, aunque sea lejana, si tienen el grupo de sangre cero o cumplen con las aspiraciones de atracción para la reproducción de una especie no deseada.
 
Por cierto, que, parece ser, que a estos pendejos chupasangres les va la marcha cervecera y prefieren a los adictos a la cerveza porque es su forma de ir de bares que, insectos sí, pero borrachuzos, ¡también!
 
Podría seguir con todas las maulas que nos acechan desde un gobierno estúpido que nos hemos ganado a pulso; unos, por su indiferencia mortal, otros por su insignificancia ideológica, sin criterio y sin información; y otros, por su inocencia sin horizonte. Basadas sus opiniones en lo que decía papá o el abuelito Perico en su taberna.
 
¿Creían?… ¡Pues no! Voy a hablar de rebeldía, de paz, de “gente corriente”, de amor, de verdad. La gente balear es primordialmente gente de paz.
 
– ¡Ya estamos! – Se dirá el progre- chusma con las pupilas dilatadas por la satisfacción negacionista.
 
¡Pues sí! Pero también lo son las gentes de toda España y el mundo que nos rodea. Dejamos al margen a ciertas élites, que han aprovechado el desorden de un planeta en crisis para dejar las cloacas y ascender al exterior a implantar su infierno donde siempre: En el mundo de la gente normal.
 
Se han utilizado tanto las mejores frases en vano, que ahora suenan a vacío y a mentira: “Diálogo”, “Tolerancia”, Igualdad”, Plural… Se han desempolvado otras: “Patriarcado”… Frases casposas muchas. Acciones, pocas.
 
La verdadera gente está ahora centrada en ayudar lo que puedan en una isla amenazada. Incluso perteneciendo algunos al colectivo perdido: a aquellos que han visto desaparecer su mundo bajo un rio de lava incandescente.
 
Nadie del gobierno ha hecho nada todavía. Está allí el ejército, odiado por la chusma. Particulares, asociaciones de ayuda, los mismos palmeros que acompañan como pueden a sus hermanos… Pero nada más. Esto, en el fragor del desastre. ¿Qué ocurrirá después?
 
Melifluos cantos de sirena nos llegan desde la imagen momentánea del telediario y muchos ya se sienten compensados por palabras. ¿Hechos?, ¡no todavía! ¿Sabremos cuándo?
 
Sé de alguien que, conmovido por las tragedias, revolvió su armario hasta encontrar algo para donar: Unos calcetines pequeños y un chaqué de cuando se casó.
 
Será emotivo ver llorar a una criatura que ha perdido su casa, vestida con un chaqué, chistera incluida y unos calcetines nuevos, arrodillado sobre las cenizas que cubren la lava bajo la cual duermen para siempre los escombros de su vida.
 
Es estremecedor y conmueve a quien tenga entrañas contemplar a los palmeros asumir su tragedia y hablar de esperanza, de aceptar las tremendas pérdidas, de despedirse de su historia, de su hogar, de todas sus posesiones, con esa filosofía tranquila que contagia a cualquier espectador que todavía use el corazón para sentir y para comprender.
 
Porque el amor, jóvenes descarriados de selfi, musculitos y calzoncillos Calvin Klein, o interioridades Victoria Secret, consiste en eso: En tolerar, comprender, ayudar, asumir… Y no en estremecimientos de corazón ni espasmos en el bajo mundo del cuerpo. No hace falta ni siquiera que os caigan bien las personas. Hace falta solo que os sintáis al lado del desgraciado: guapo, feo, gordo, con otras ideas políticas, repelente, tarado o estupendo…
 
Se trata de ocupar los zapatos del doliente por unos segundos. Lo que no es difícil, porque la verdad se encuentra en las profundidades de todos.
 
Las consecuencias pueden ser de incalculable valor para la comunidad humana. Porque bonito o no, somos una comunidad de seres dependientes del resto que nos necesitamos mutuamente.

Vicky Bautista Vidal

Nací en Madrid. Y como a casi todos los madrileños, todo el mundo me parece cercano y de casa: es el carácter de la ciudad. Esto me ha ayudado después para congeniar con toda clase de personas en los diferentes sitios donde viví. Soy curiosa, inquieta, autodidacta y un pelín dispersa, precisamente por que me siento atraída por muchísimas cosas, escribir es una de ellas. Lo hago al golpe de víscera, según el momento y me faltan algunas vidas para alcanzar a Cervantes o alguno de los inmortales.
Soy la primera sorprendida por que observo como últimamente me meto en berenjenales de opinión acerca de asuntos políticos, cuando en realidad, la Política, me importó un bledo toda la vida.
Puede ser sentido común herido o un amor recién descubierto por España y su unidad. No milite, milito o militare en nada. Pero estoy de parte de la razón y el sentido común.
Defenderé a cualquier gobierno que me facilite la vida y reprochare sin pausa a quienes me la incomoden.
La Libertad es para mi la única joya a lucir, la lógica una herramienta y creo que sin pasión por algo, poco se puede conseguir.

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