
«La Citania de Santa Tecla (Santa Trega en gallego) se sitúa en La Guardia (Pontevedra) y es uno de los lugares más emblemáticos de Galicia»
España es un país con un rico patrimonio histórico, cultural y natural. Cordilleras y sierras, hacen que sea uno de los países más montañosos de Europa. Los Pirineos, el Sistema Central o los Picos de Europa nos hacen gozar de la naturaleza contrastando con las zonas litorales y sus bellas y muy diversas playas, como las de la provincia de Almería, las de Formentera o las de la cornisa cantábrica, Llanes, Suances o Ribadeo. Es por tanto un país de contrastes, rodeado en gran parte por el mar y esta diversidad aporta riqueza natural y una enorme belleza.
La posición geográfica de la Península Ibérica y el clima en general han constituido siempre un atractivo para los diferentes pueblos que han formado parte de su historia, dejándonos un considerable legado.
Uno de estos pueblos, los celtas, procedentes de centroeuropa, atravesaron Los Pirineos en distintas etapas entre los siglos VI-VII a. C y fueron ocupando las tierras del norte y centro de la península, donde se asentaron conviviendo con otros pueblos autóctonos como los vetones o los iberos, lo que hizo que en estas tierras, su cultura tuviera unas características diferentes al resto de Europa.
Tuvieron numerosos enfrentamientos con los romanos, siendo un pueblo resistente a la conquista hasta la época de Augusto. El duro enfrentamiento en Numancia, con triunfo romano, puso de manifiesto que el pueblo celta era un pueblo guerrero y feroz, tal y como los cronistas griegos y romanos lo describen en sus escritos, esa fuerza para la guerra llevó a muchos de ellos a formar parte del ejército romano tras la conquista.

Los castros, poblados prerromanos fortificados, son característicos de esta cultura. En Galicia, se han encontrado numerosos vestigios de este tipo de construcciones, y aún, según los investigadores, existen muchos por descubrir. Uno de ellos, La Citania de Santa Tecla (Santa Trega en gallego) se sitúa en La Guardia (Pontevedra) y es uno de los lugares más emblemáticos de Galicia. En él se localizan los restos de lo que fue una gran ciudad al noroeste de la Península. Su situación privilegiada, a 341 metros de altitud, ofrece unas magníficas vistas del entorno, la desembocadura del río Miño y su confluencia con el Océano Atlántico, el pueblo de La Guardia y las vecinas tierras de Portugal. Es sin duda un enclave único con gran visibilidad, lo que facilitaría el control del tráfico tanto marítimo como fluvial.
El poblado de Santa Tecla, cuyo apogeo se produciría entre el siglo I a. C y I d. C, con una extensión aproximada de veinte hectáreas, estaba constituido por grupos de construcciones de planta circular u oval en su mayor parte, aunque también existían algunas rectangulares, destinadas a viviendas, graneros o talleres artesanales y muchas de ellas presentaban una rica decoración con motivos geométricos en jambas y dinteles. Las construcciones estaban separadas por calles estrechas e incluso existían canales para evacuar las aguas pluviales y aljibes que se distribuían por toda la ciudad.
En cuanto al modo de subsistencia, se dedicaban a la agricultura para consumo propio, la ganadería, la pesca y la caza. Practicaban el trueque con otros pueblos con los que intercambiaban cerámica, objetos metálicos o telas. El trabajo con el bronce y el hierro constituían una actividad importante para su economía así como las explotaciones mineras de la Sierra Da Groba.
Ya desde finales del siglo XIX, tras el descubrimiento por unos picapedreros de un bronce cerca de la ermita de Santa Tecla, cercana al poblado y que que data del siglo XII, se comenzó a hablar del hallazgo arqueológico. En 1913 fue en parte descubierto tras abrir una carretera para acceder a la parte alta del monte, Estos trabajos lamentablemente dividieron el poblado en dos y ocasionaron algunos destrozos; sin embargo, la Sociedad Pro Monte impulsó su recuperación y en 1931 fue declarado Monumento Histórico Artístico, los trabajos no han cesado desde entonces y el interés por la cultura celta ha ido creciendo a lo largo de los años, en 2016 tuvo lugar una importante intervención que ayudó a dar aún más visibilidad a este bello mirador natural.

El Museo Arqueológico (MASAT) fue inaugurado en 1953, ocupando el local que había sido restaurante desde 1934. En él se exponen no solo objetos y restos celtas, sino también piezas prehistóricas y romanas descubiertas en las distintas excavaciones que se han llevado a cabo en los alrededores. Armas, adornos, utensilios para caza y pesca, restos de piedra, objetos utilizados para ritos funerarios, objetos para el uso doméstico etc..forman parte de una completa colección.
Sin duda, los amantes de la historia y de la arqueología sentimos fascinación por lugares como éste, un enclave atrayente donde se funden la naturaleza y la cultura.
En los tiempos que vivimos, en los que se intenta apartar a las Humanidades de los planes de estudio y muchos ocupan su tiempo en legislar cuestiones absurdas con el objeto de ir creando paulatinamente una sociedad cada vez más ignorante y acorde con lo que ellos quieren, apostemos siempre por la cultura y la historia, contemplemos estos lugares, no como una simple atracción turística, sino como un valioso legado del que tenemos tanto que aprender.