Dedicado a Nerin E. Gun

«La prensa comprada se ha especializado en ensalzar atropellos, blanquear traiciones, repartir carnets de demócrata entre criminales vascos y golpistas catalanes»
Escribió Nerin E. Gun en su libro The Day of The Americans (basado en su estancia en el KZ de Dachau) que, durante su cautividad un puñado de prisioneros llegaron a confeccionar un periódico con un título tan sugerente como “Le canard enchaîné”. Traducido al español significa “El pato encadenado”. La tirada habitual de aquél grito de libertad era de tres únicos ejemplares, algunos días menos, en ocasiones ninguno. Cada ejemplar constaba de una cuartilla, o dos, naturalmente escritas a mano. La cabecera siempre era la misma, presidida por una frase, que más que noticia era deseo, decía así: «Hoy a tanto de tantos…Hitler, todavía no ha muerto». Los ejemplares se iban pasando de mano en mano (entre los más próximos, y estos a otros) hasta que, o bien se caían literalmente a pedazos, o bien se lo tragaba el que lo tenía en ese momento, antes de ser pillado con él. O también podía acabar siendo confiscado por los guardianes del campo. En el PERIÓDICO, con mayúsculas por derecho propio, llegó a escribir, no de propia mano, el antiguo canciller austriaco Kurt von Schuschnigg, y algún que otro ilustre prisionero más. El gesto de aquellas personas, aun a riesgo de poder adelantar la fecha de su propia muerte, quedó para los anales como una de las páginas más bonitas y valerosas de la prensa, durante la II Guerra Mundial.
El relato es poco o nada conocido, solo los que estén versados en ciertos pasajes de aquella contienda, pueden llegar a conocerlo, o en su defecto todos aquellos que gusten de estudiar algunos aspectos de aquella terrible guerra. Aquello era prensa libre, en su más extenso y magnífico significado de la palabra. En aquellos momentos la idea de la libertad se defendía con la propia vida, sin esperar nada a cambio, como mucho una bala de máuser. La anécdota viene a cuento siempre que se hable del periodismo libre, y no de lo que algunos entienden como, periodismo de baja intensidad.

Trasladándolo al presente, y más concretamente a España, a muchos les parecerá ridículo, a otros no tanto, y al resto quizá les haga reflexionar la mezquindad que este gremio llevas atesorando durante décadas. Naturalmente que encontraremos excepciones, pero no nos engañemos, muy pocas, comparadas con las que mantiene el actual social comunismo, y la prensa que le ampara, mima y blanquea. El auténtico periodista, lo único que no podría perder nunca, es su dignidad, único billete posible para acceder a la libertad, la suya propia.
El resto, rebaño infecto y miserable, traga con cualquier brebaje, si éste es convenientemente regado, con al salario de la vergüenza.
En la prensa actual, la Arcadia feliz significa vender la pluma al mejor postor, éste hará lo propio con el más embaucador, y si encima este último es el que maneja los fondos sin fondo, la felicidad será completa. Ahora pongan nombre al postor, al embaucador y por último al que maneja la pasta. Verán que el resultado es la foto actual de ésta bendita Nación, la cual navega hacia el precipicio, arrastrada no por heroicos soldados en su paso por Panamá, sino por infectos y miserables mercenarios.
«¿Cómo va a exigir respeto la prensa, si esta no se respeta a sí misma?»
Nos hemos acostumbrado a ver a los políticos, y sus fantasmales ruedas de prensa (con el Innombrable a la cabeza) reírse de los periodistas que acuden a su reclamo. Lo habitual es que no respondan a nada de lo que se les pregunte, o demande. Y ahora centrémonos en el ejemplo más claro, el déspota Sánchez, factótum máximo del timo del tocomocho. Lo primero que hace es crear la máxima expectación: atril personalizado, traje ad hoc para la ocasión, rostro impecablemente maquillado, peinado impoluto, nada bajo el cráneo, perfumado para la ocasión con su propio hedor a Felón nº5, y varias dosis de cinismo en vena.
El sujeto es un artista del escapismo, del endecasílabo existencial y de la gramática roja. Aburre con sus diatribas, no contesta nada, les suelta sus monsergas, sin escucharlos, y encima deben soportar que se ría de ellos. Otras veces les torea adornándose por chicuelinas, ora con manoletinas y cuando se viene arriba, hasta con el salto de la rana, pero con menos gracia y reaños que Benítez.
¿Se han planteado los medios, aun libres, hacer la misma pregunta hasta que esta sea contestada? Sería un buen comienzo, como también sería serio y saludable no asistir a las “ruedas de prensa”, en las que no se permiten preguntas. Sencillo no es ¿pero ¿Quién dijo que tratar con un déspota iba a ser sencillo? Las preguntas son simples y diáfanas, concisas y concretas, solo hace falta que los medios que aún se consideren libres, empiecen a demostrar que lo son.
¿Cómo va a exigir respeto la prensa, si esta no se respeta a sí misma? Otro asunto es que gran parte de esa prensa dependa del fondo de reptiles. En la etapa de Sánchez más bien habría que llamarlo fondo de dinosaurios (que también eran reptiles) bastante más grandes, aunque menos despiadados.
Las subvenciones a la prensa por parte del gobierno (en este caso el del Innombrable) alcanzan cotas antes no vistas, hasta ahora inimaginables. Existen trapos sucios con más vergüenza y dignidad, que muchos de los comisarios políticos que han encontrado en la prensa, un hábitat donde pastar a sus anchas. No hay tertulia televisiva donde aniden tantas aves carroñeras, como en las que asientan sus reales estos individuos. “Entes” o amebas cuya única misión es enmerdar el plató, con mentiras ciertas, y falsas verdades. Interrumpen a cada instante a su oponente, generalmente con la inestimable ayuda del buitre de turno, espécimen cuyo graznido siempre da paso a la publicidad, cuando el pobre desgraciado de derechas o adosado, se dispone a razonar su paupérrima opinión. Para algunos es menos peligroso volver a casa solo y borracho, que acudir a un plató social comunista.
Lo mismo ocurre cuando el entrevistado es un político de derechas, excepto cuando el que va se desviste por la bragueta. En ese caso los chequistas de diseño sacan el comodín del fascismo, para deleite y solaz esparcimiento de sus jefes, los “comisarietas”. A esas checas de pacotilla hay que ir desayunados, a ser posible con vitriolo sin soda, por aquello de la úlcera. Es difícilmente entendible, que un primer espada vaya derrotado de antemano, por un novillo sin cuernos, como lo son la mayoría de los filibusteros de esas cadenas sectarias. Los partidos de derechas deberían escoger a quienes acuden a esas checas, más que nada por no dar el espectáculo de títeres sin cabeza. Los mansos deben estar en los corrales, y a ser posible, a dieta.
«La libertad de expresión solo molesta a los enemigos de la libertad, y que a nadie le quepa duda, de que a este gobierno le molesta»
La libertad de expresión se defiende en todas partes, a todas horas, sin descanso. Está por verse que algún político de derechas abandone el plató de una de esas cloacas, ante el chuleo al que es sometido, dejando bien claro por qué lo hace. La excepción la protagonizó Don Eduardo Serra, dejando al tumefacto Javier Ruiz, noqueado ante su propio sectarismo. Otra vez la “dignidad” del filibustero, al servicio de la peor causa, aunque dicha “dignidad” sea digna de no tener ninguna causa.
En España la libertad de prensa cada día que pasa es más difícil que sobreviva. Se subvenciona y se premia la fidelidad al “régimen”. Se hinchan las ventas, regalando miles de ejemplares que nunca leerá nadie, hasta el punto de que algunas cabeceras son carne de reciclaje. Estafan a los anunciantes y a cualquiera, que no quiera ver lo que pasa.
En la extrema izquierda periodística abundan los estómagos agradecidos, las braguetas fáciles, y los dobles sentidos, siempre y cuando se dispare contra el mismo blanco, en este caso azul y verde. Nadie discute que el editor publique lo que le venga en gana, siempre y cuando se juegue su propio dinero, o lo haga con el de los que se lo permiten. Lo indignante es que se haga con el dinero de los contribuyentes, y su fétida opinión vaya contra los que ponen su dinero, para encima después ser insultados.
La ultra izquierda comunista, bolivariana o castrista, e incluso nazionalista vasca, ya asomó la patita, tratando de intimidar a los pocos medios que no se dejan amordazar. Más tarde, cuando el balón ya rodaba, salió el gobierno, tachando a los medios no rendidos de fascistas, nazis ultra conservadores y carcas. Otra vez la misma monserga de siempre, esta vez con más acritud y saña. Moloch se hospeda en La Moncloa, y exige su ración diaria de farfolla, embustes y añagazas. Es el tahúr por excelencia, el más alto y el que más engaña. Cascarón vacío, lleno de mala saña, cruel y vengativo, soez y hasta canalla.
Tiene la virtud de malograr artículos, escritos y cartas, cuando una vez escritos, va y te los desbarata. Escribir sobre Sánchez es complicado, a veces aciertas y otras fallas, pero no hay problema, posiblemente pasado mañana aciertas, y ganas.
La libertad de expresión solo molesta a los enemigos de la libertad, y que a nadie le quepa duda, de que a este gobierno le molesta, y mucho. Ser exegeta de Sánchez, no solo exige imaginación, también una gran inventiva, y grandes dosis de cinismo. Desde aquella entrevista a Rodríguez Zapatero por parte de Iñaqui Gabilondo, en la que pudimos oír aquella frase de (“…necesitamos crispar”) hasta la de Fortes al cascarón vacío que mal gobierna España, han pasado muchos años, demasiados años. La libertad de prensa debe usarse ante los atropellos que comete el gobierno, cualquier gobierno, en este caso el de Sánchez.
La actual prensa libre, necesita que sus profesionales salgan a por todas, aunque se las lleven marcadas en la cara. Antes digno que, vendido, antes humillado que vencido, antes muerto que cobarde. ¿Saben lo bien que se siente uno cuando se mira al espejo, sin que este te devuelva su desprecio? La carrera de periodista se gana día a día, y se pierde de igual modo. Tener un título no puede significar nada, o significarlo todo. No son frases hechas, son más que frases, son deseos que pretenden ser mandamientos escritos por un don nadie, al que le preocupa y mucho la mierda de ruina que nos están quedando.
La prensa adicta y subvencionada, prensa abyecta y miserable, se ha especializado en ensalzar atropellos, blanquear traiciones, repartir carnets de demócrata entre criminales vascos, y golpistas catalanes. Mentir a sabiendas, titular falsedades y perseguir, al contrario. También señalar al contrincante, tal y como hacía la arpía etarra que hoy día da clases de democracia en el antro, que otrora fue la casa común de todos los españoles, me refiero al congreso de los diputados, con minúsculas, tal y como se lo han ganado.
Hoy día sabemos que existe un ejército de individuos al servicio del poder, del poder de Sánchez. La libertad de prensa, la verdadera libertad de prensa no admite comillas, ni grilletes, la otra “libertad”, la suya, sí.