
«Remedando el título de un famoso peliculón: «¡Cotizad, cotizad, malditos»; creo que, a la hora de vuestro retiro, no cobraréis sino un puto mojón!»
(a)
Se entiende bien que muchos franceses clamen «C´est non!»,
en respuesta a una reforma de las pensiones por decreto:
aquí, en España, tenemos a Sánchez Pérez-Castejón
que ni de un solo decreto-ley nunca uso ha hecho.
(b)
Por otra parte, ¿Cómo no va el pueblo francés a quejarse
de ver postergada a los 64 tacos la edad de jubilación
y alargada a 43 años la cotización -¡hay que jorobarse!-
si quieren percibir el cobro íntegro de su pensión?
¡Jopé, señores míos: menudo marrón!
(c)
En España, en cambio,
que vivimos en Jauja
merced a don Narciso,
bastarán 25 años
cotizados; y a los 65 tacos,
¡hale: a cobrar, íntegra,
nuestra oronda jubilación!
¡Ah: ya le gustaría,
al pobrecito Macron,
parecerse una mijita
al insigne economista
Sánchez Pérez-Castejón!
(d)
Y eso sí: ¡no se imaginan Uds. que pedazo d jubilación!
Mis hijos, sin ir más lejos, luego de calcular el monto de su pensión,
se fueron, de estampida, a comprarse una nueva casa:
-Tranqui, papa: con la jubilación de órdago que nos caiga,
bien podría darnos para comprar otro casoplón.
(e)
No me atreví, claro, a desbaratar sus ‘justificadas esperanzas’:
sino que me limité a desplomarme y a hundirme, cabizbajo, en mi
destartalado sillón.
A servidor, como las ‘mates’ nunca fueron su devoción,
no le entra en el cabezón ‘milagro del pan y los peces’ semejante;
(f)
pero, contando con un Doctor en Economía
presidiendo la nación,
supongo que la famosa ‘multiplicación’
debe de resultar de una simpleza apabullante.
Sepa, pues, el buen Dios, disculparme
por mi deplorable ignorancia del copón,
¡y loado por siempre sea
Sánchez Pérez-Castejón!
(g)
¡Y, encima, vienen, ahora, los empresarios
-que más merecieran el apelativo
de abominables tipejos carcelarios,
seres, ya sabemos, desalmados por naturaleza-
a protestar por la reforma de las pensiones
recién aprobada en España;
cuando es lo cierto que arrodillarse,
(h)
todos ellos, ante Su Sanchidad raudo debieran;
pues, respecto de los empresarios gabachos,
cotizarán 18 años menos por sus empleados,
y no vean ustedes el pastón que se van a ahorrar.
Se comprende bien, por tanto, que allá en Europa
hayan aplaudido a rabiar el pedazo de reforma
(i)
de las pensiones llevada a cabo
por el Gobierno de Sánchez Pérez-Castejón;
al punto que dudo mucho que la próxima coalición
PP-Vox que en un futuro casi inmediato nos aguarda,
tenga, ella, sapiencia y agallas para hacerlo mejor.
¡No joroben! ¿Mejor que Sánchez Pérez-Castejón? ¡Por favor…!
(j)
En fin, Sres.: intuyo que los pensionistas de ahora mismo
le estorban, a nuestro excelso Gobierno, mogollón:
Si no pueden obligarnos por decreto-ley a la eutanasia, queridos hijos míos,
mejor será, para vosotros, que bien pronto se nos lleve Dios;
(l)
Remedando el título de un famoso peliculón: «¡Cotizad, cotizad, malditos»;
que, a la hora de vuestro retiro, listillos,
no cobraréis sino un puto mojón!
-¡Tito Berni, Tito Berni: me invitas a una doble ración de pelanduscas:
antes de liar el petate, querría darme un alegrón!