La polémica por la cancelación del concierto del artista norteamericano de este próximo sábado en el el festival de música «reggae» Rototom, de Benicàssim, se envenanará hasta la gangrena en los próximos días por la grave intolerancia que subyace en la denuncia de los BDS y otras organizaciones no gubernamentales valencianas, pero sobre todo por la decisión de la organización del evento subvencionada por la Diputación de Castellón y por el propio Ayuntamiento de la localidad, además de publicitada por RTVE a través de Radio 3.
El hecho que el grupo político Compromis, que en la actualidad asume responsabilidades de gobierno en la Comunidad Autónoma, haya intervenido ideológicamente en la bárbara, por medieval, censura a un artista judío por no reclamar públicamente la creación de un Estado palestino, añade una buena dosis de cianuro al huevo de la serpiente fascista que asoma por todas las esquinas de esta polémica envenenada.
Por ahora ni la Diputación ni el Ayuntamiento han abierto la boca ante el marrón internacional en la que ya son tristes protagonistas y cualquiera de las maneras para comenzar a expresarse públicamente deberá pasar por la retirada la subvención pública que han brindado al festival veraniego, un «show-business» embozado en los ritmos del reggae para ocultar una sólida y totalitaria base ideológica y política.
No todo vale y las hechuras del desaguisado van a crecer tanto que deberán ser las instancias superiores a la administraciones locales las que deberán reaccionar ante el sectarismo institucional esgrimido en el veto a Matisyahu, que por cierto tiene una voz cálida y cariñosa como pocos artistas y además toca el cajón de los ritmos como los mejores flamencos. Esta es una de sus últimas creaciones: «Sunshine»:
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La dictadura de lo políticamente correcto: ahora para actuar habrá que apoyar al terrorismo islámico.