
«Había incluso una tercera opción, Izquierda Socialista, pero siempre se actuó como un solo cuerpo cuando el Comité Federal llegaba a una decisión»
Seguí atónita la entrevista de Jordi Évole en la que Pedro Sánchez destiló todo su rencor contra todo y contra todos los que le habían «impedido» ser presidente del gobierno a costa de lo que fuese.
Sus seguidores han intentado suavizar su fiasco atribuyendo sus declaraciones a su decepción y a que se sintió traicionado.
Este buen hombre todavía no ha entendido que quien le impidió ser presidente fueron los votantes, no el Ibex ni Prisa ni el sursum corda.
Pero después de oírle y ver como iba perdiendo el aplomo y metiéndose en todas las trampas que el entrevistador le tendía me preguntaba: ¿una persona con tan poco control, es la idónea para dirigir un país?
Y esto sin entrar en la revelación de sus intenciones de pactar con todos aquellos que pretenden cambiar, desmembrar, el país, acabar con la democracia representativa e instaurar la coacción de la calle, ello a pesar de que su partido había votado en contra de este proyecto.
En el PSOE siempre hubo lo que antes se definían como dos almas y ahora se llaman sensibilidades (supongo que para evitar la referencia religiosa) representadas en su momento por F. González y A. Guerra. Había incluso una tercera opción, Izquierda Socialista (en realidad mas una plataforma para el super ego de Pablo Castellano), pero siempre se actuó como un solo cuerpo cuando el Comité Federal llegaba a una decisión.
Si el PSOE no consigue volver a recuperar su unidad de acción para ser un partido fiable y de gobierno y se deja arrastrar hacia las algaradas constantes y el populismo barato conseguirán dos cosas: mantener a la derecha en el poder y enfangar su historia centenaria a favor de quién no tiene reparo en insultarles y cuyo objetivo principal es precisamente la desaparición de ese PSOE.
Nuestros políticos olvidan sistemáticamente que a la hora de votar los ciudadanos optan, siempre, por el original y no por la copia.