
Los envíos sin palabras desde Brasil del gran Mariano: La curiosidad mata

www.lapaseata.net
Necesitamos hacernos nuevas preguntas y mirar aspectos diferentes a los de la verdad oficial que nos dirige la mirada de manera machacona
Ya vamos entendiendo el lema de moda y campaña propagandista de la prensa: La inmigración, un problema y una oportunidad
Nos parece mal que desde el minuto cero, el gobierno español no haya apoyado al juez Llarena, en la demanda que se le ha interpuesto en Bélgica
Sánchez el depredador ya pertrechado para tomar el Valle de los Caídos y así ganar la Guerra Civil
Los sôhei fueron una casta de monjes guerreros que ejercieron una enorme influencia política y militar en el país.
Divididos en cientos de sectas, enfrentadas o aliadas entre sí, su presencia en los campos de batalla fue constante desde las Guerras Gempei (siglo XII) hasta el final del periodo Sengoku (siglo XVI), defendiendo los intereses de uno u otro clan samurái, o los suyos propios.
Eran guerreros formidables, disciplinados y bien entrenados, movidos a menudo por la devoción religiosa, lo que los hacía aún más peligrosos.
De entre estos sacerdotes guerreros, los más misteriosos y temibles siempre fueron los yamabushi (“guerreros de la montaña” o “el que se oculta en la montaña”): eran fanáticos seguidores de la doctrina Shugendô, cuyas técnicas de lucha se movían entre el esoterismo y un entrenamiento físico casi inhumano.
Los yamabushi siempre han habitado el terreno de la leyenda y la superstición, atribuyéndoseles poderes casi sobrenaturales.