
«Hay que instaurar la filosofía de vida del vive y deja vivir o tomar medidas duras para evitar a los que ejercen de gallitos de pelea»
Los seres humanos somos incorregibles, ya sea con diez años, con veinte o con cuarenta. En ser agresivos no nos gana nadie. Después de oír la noticia de que una madre mató a una hija porque le habían otorgado la tutela al padre, también escuchamos la noticia del suicidio de otro niño o niña por el acoso que sufría por parte de otros compañeros en el colegio al que asistía.
Estamos hartos de ver peleas y ataques entre niñas de doce a catorce años en las calles a las salidas de clase, por cualquier tema sin importancia ninguna. ¿No deberían ser estos asuntos tomados en serio por las autoridades oportunas o por lo menos por los profesores y directores de esos colegios e institutos? Es muy fácil hacer la vista gorda y no darse por aludidos, decir eso de que son cosas de niños. Sí, son cosas de niños que acaban en peleas horrorosas o suicidios, incluso en alguna ocasión en asesinato. ¿Es que no tienen responsabilidad los profesores, padres y demás estamentos educativos? Pues al parecer no se dan por aludidos.
El día que un ministro del ramo se vea encausado por dejación de funciones en un conflicto como estos otro gallo nos cantará. Ya se que es imposible controlar todo, pero al menos debiera intentarse. Las personas agresivas tienen que ser puestas en entredicho por la sociedad, sean adultos o niños y deben ser tratados como enfermos mentales, psicópatas, pues lo son, hasta que reciban el tratamiento continuado para vencer su agresividad.
Lo peor de todo es que estas actitudes continúan en la vida adulta y son cientos las personas que no dejan de acosar a otros por H o por B en las más variadas situaciones. Puede ser en las rotondas de la carretera, ejerciendo una prepotencia a veces rayana en la provocación de accidentes, puede ser dirigiendo una empresa, puede ser como persona que atiende de mal café al público tanto en un negocio privado, como en la atención pública.
Mientras no seamos conscientes de que los psicópatas no son solo algunos individuos que destacan por su maldad, estas cosas no podrán ser corregidas. Basta lo que se denomina mala leche, para que debieran tomarse cartas en el asunto, en relación a la persona que la porta. Asistir a psicoterapia, tendría que ser en España igual que en otros países de nuestra cultura, algo casi obligatorio a la menor duda que se tenga del comportamiento de un individuo. Puedo asegurar que en este campo no habría falta de trabajo.
Nos quejamos de que las sociedades actuales son violentas y es verdad, pero si es así, debe de obedecer a alguna causa que debiera ser investigada en profundidad y corregida, desde la niñez. Luego es posible que ya no tenga remedio. Yo no sé de estos temas tan específicos, pero sí sé que un agredido, puede a continuación transformarse en agresor, como revulsivo y como venganza. Sí, todos somos muy buenos, pero no se trata de eso, se trata de ser como se quiera, pero siempre respetando a los demás. Si tienes el día idiota, ponte frente a un espejo y pégate tortas bien dadas con tu mano, para que se te pase, o sino, si quieres hacerlo mejor, dile a alguien que también este en tu estado que te las dé, luego le das tu. Mira que bonito, problema resuelto.
Pero no, los humanos somos muy burros, solo nos faltan las orejas, que deberían recuperar los profesores en las clases, no para quienes no sepan la lección, que eso es lo de menos, sino para quienes practiquen la agresividad con sus compañeros. Y es por esto por lo que creo que se deberían tomar medidas mucho más serias que la mera condena de los actos de acoso. Los seres humanos somos incorregibles, ya sea con diez años, con veinte o con cuarenta. En ser agresivos no nos gana nadie. Después de oír la noticia de que una madre mató a una hija porque le habían otorgado la tutela al padre, también escuchamos la noticia del suicidio de otro niño o niña por el acoso que sufría por parte de otros compañeros en el colegio al que asistía. En resumen hay que instaurar la filosofía de vida del vive y deja vivir o tomar medidas duras para evitar a los que ejercen de gallitos de pelea.