
«Hay un sátrapa tan grande en su interior, que, de poseer un gramo más de cacumen, estallaban todas las costuras que retienen a su monstruoso YO»
Oigan al Gran Felón Monclovita,
-que andaba ayer por Europa de garbeo-:
«Se trata de superar la fractura».
Hemos de suponer que no se refería
a la que tiene sin duda en el cerebro.
Sé, con todo, que no pocos le entendieron mal:
-¿De qué ‘factura’ habla este chalado?
¡Años ha que no pago ya ninguna,
pues a mi tenderete tuve que poner candado!
-Se refiere al separatismo catalán, so bruto;
que Snchz quiere resolver a toda costa.
Y no porque le importen los catalufos,
que más floja no pueden ya traérsela.
Al cabo, sabe que, para auparse a la poltrona,
lo mismo le vale que sea de oro la escalera
o estén hechos los peldaños con mierda seca.
¿Que, en el intento, el edificio todo se desmorona,
al punto que ni Constitución ni democracia queda?
¡Bingo: sólo de pensarlo, el hijoputa ya se emociona;
que, sustituir a Franco, se la pone tiesa!
¡Pero, ah: las ‘poltronas’ le suenan a tan poquita cosa:
el trasero de sus sueños no se aposenta ya sino de trono en trono!
Y si para asentar al fin en uno sus ilustres posaderas
debe seguir dándole día tras día a la sosa comedieta
y leer -como ayer- los guiones que le escriben,
absurdos para él y pesados como el plomo,
lo hará con la gracia y el estilo del buen galán
con ínfulas que tan dentro de sí sin duda lleva.
¡Pero cuidado del día en que en el trono
sus luenga figura definitivamente se derrumbe:
no habrá en el mundo bastantes cetros y coronas
para colmar su fulgurante y recién adquirido orgullo!
Ni habrá, tampoco, como todo hace suponer,
cadalsos bastantes donde colgar, al anochecer,
a quienes la paz de su bien aposentado trasero turben:
De quien lo intente, ¡jamás nada se volverá a saber!
Y es que hay un sátrapa tan grande en su interior,
que, de poseer siquiera un gramo más de cacumen,
estallaban, una por una, todas las costuras
que a duras penas retienen ya a su monstruoso YO.