Antonio de la Torre 
«Y junto al esperpento la mentira, que hacen suya desde el primero al último de los componentes de este desgobierno Frankenstein»
No es la primera vez ni, me temo, será la última en el año que nos queda de sufrir a esta banda que se reúne semanalmente en la Moncloa, que recurro a la creación de Ramón Mª del Valle-Inclán, hace ya más de un siglo, el esperpento. Y me atrevería a asegurar que, de vivir, el famoso autor gallego, puede que se viera superado por los acontecimientos y tuviera que añadir el prefijo súper a su género. Porque no puede ser más “grotesco y desatinado”, como recoge la segunda acepción del DRAE para el término, lo que, día tras día, venimos viendo en nuestra política de las últimas dos décadas, por lo menos. Y fue precisamente después del mayor desperdicio de una mayoría absoluta, diciembre de 2016, la primera vez que me extendí en lo esperpéntico del quehacer –sería tal vez más adecuado decir del ‘que no hacer’– político, cuando le dedicaba esto al dilapidador Mariano Rajoy. Porque no es exclusivo de la izquierda el esperpento, por más que esos partidos abunden más en este género literario.
Y junto al esperpento, si no como parte integrante del mismo, la mentira, que desde el primero al último de los componentes de este desgobierno Frankenstein socialcomunista, hacen suya un día sí y otro también. Como no podía ser de otra forma si tenemos en cuenta que el que lo dirige llegó a caballo de una y desde otra no menor. Recordemos que se ganó el primero de los motes, doctor Plagio cum Fraude, inseparable ya del personaje, tras comprobarse la copia de más del 60% de su tesis que, para empezar, le había hecho un equipo del ministerio de Industria que dirigía a la sazón el “zapaterino” Miguel Sebastián. Desde entonces, viene dejando en aprendiz al genial muñeco de madera del carpintero Geppetto, al que el apéndice nasal le crecía con sus mentiras, hasta contraerse su nombre con el apellido de nuestro presimiente, acreditado hoy como PinócHEZ, con esas tres últimas letras muy ajustadas a la segunda acepción que, para ese monosílabo, da el ya citado DRAE: “Lo más vil y despreciable de cualquier clase”.
Sin ánimo de ser exhaustivo, que sería imposible sin dedicar al tema una larga serie de artículos, voy a referirme sólo a algunas de las últimas. Por ejemplo, las palabras de la vicepresidente primera, cada vez más “Nadie” Calviño: “Ya noto que bajan los precios en el supermercado”. Como si esta señora frecuentara esos centros comerciales, en los que todo el mundo, comerciantes y clientes –como tal doy fe–, habla con propiedad de subidas generalizadas. Habla menos del “enjuague” que pretendió con su marido, Ignacio Manrique de Lara, para colocarlo en Patrimonio Nacional, organismo que dirige la que fue su número dos en el ministerio, secretaria de Estado desde 2018, Ana de la Cueva. Tampoco tuvo a bien contestar con la verdad a la pregunta en el Senado de Javier Maroto, que de vez en cuando tiene algún ramalazo positivo, respecto a los 4’3 MM€ en avales públicos a la empresa Innovaciones Técnicas y Recursos Constructivos S. A., constructora que, al parecer, “pagó con dinero ilícito la campaña electoral del PSOE de Valencia en 2007”, según publicaba hace unos días el digital El Debate.
Algo parecido a lo que hace poco tiempo nos decía su colega de gabinete, la ministra de Justicia, Pilar Llop, sobre “sus viajes en Metro y autobús”, en los que palpaba “la enorme preocupación de los viajeros por la no renovación del Consejo General del Poder Judicial y el Tribunal Constitucional”. La misma que ahora nos dice que “Me duele el alma con la ley del Sí es sí…”, la misma ley de la que hace un par de meses decía que «Es una buena ley, que busca proteger a las mujeres«–. Y riza más el rizo; después de quedarse más sola que la una en su escaño para defenderla, tras el abandono de su jefe, que vio oscuro el panorama para él, nos dice que “No es de recibo que en nuestro país, con esta ley, se haya producido una rebaja de penas y que salga más barato agredir sexualmente a una mujer con violencia que robar«. Todo ello, unos minutos después de que el “amado líder, con su desparpajo habitual, mintiera de nuevo al hemicirco: “Tengo por costumbre dar la cara y asumir las responsabilidades de mi gobierno, cuando acertamos y cuando no acertamos”. Pero aunque no la dé, es el último responsable –y eso no se delega– de la aprobación de esa repugnante ley que ha aprobado el contubernio –órgano colegiado, no se olvide– de ministros, ministras y “ministres”, que él preside.
No menor esperpento es la controvertida “Ley trans”, que también ha sacado adelante el desgobierno con su mayoría sanguijuela. Una ley que quiere hacernos ver a la persona como elemento autónomo; siempre es más fácil destruir a un individuo, sólo y desnaturalizado a ser posible, que a una familia bien estructurada y con valores, que estos movimientos quieren destruir como célula fundamental de la sociedad. Pretende también cambiar el Código Civil, del que quiere eliminar los términos “padre y madre”, solos, para sustituirlos por “padre o progenitor no gestante y madre o progenitor gestante”, que incluye “un hombre ‘trans’ con capacidad de gestar», o sea, una mujer (genéticamente XX) que, presuntamente, “perdió el oremus”. Y ya no serán, como hasta ahora «El hombre y la mujer” los que “tienen derecho a contraer matrimonio”, sino que recogerá que «toda persona tiene derecho a contraer matrimonio conforme a las disposiciones de este Código». Menos mal que no se les ocurrió añadir “persono o persone”, que otra cosa hubiera estado más lejos con estos pijoprogres inclusivos.
Lo cierto es que desde que al noble Arte de la Ingeniería, se le añadieron “apellidos” distintos de los suyos característicos, Industrial, Caminos, Minas, Telecomunicaciones, etc., se perdió la brújula. En su lugar, aparecieron la ingeniería “Social”, la ingeniería “Financiera” y, la más reciente, la ingeniería “Futbolística/Arbitral” –de ésta última habrá que hablar en otro momento–, que no son sino eufemismos de la corrupción en esos campos. Ya sea moral, económica o deportiva, estas tres “ingenierías” son instrumentos para desvirtuar y acabar con la sociedad, la economía de mercado y el deporte, que hasta eso quieren controlar los poderes fácticos que nos llevan al desastre.
No quiero terminar sin referirme a otros dos tipos de mentira y despropósito. Por un lado, la manipulación de las cifras, en esa doble vara de medir tan característica de la izquierda. Mientras la delegación de Sánchez, en Madrid, decía que a la concentración del 21 de enero en Cibeles, convocada por organizaciones sociales, en clara protesta contra los desvaríos legislativos sanchistas, habían asistido 31.000 personas, el mismo organismo valoraba la misma mancha humana, si no algo menor, en 250.000. Claro que esta segunda manifestación era contra la política sanitaria en Madrid, o sea contra Isabel Díaz Ayuso, enemigo a batir, como sea, dado que no le deja pasar una al todavía inquilino de la Moncloa. El sindicato AMYTS, que ayuda y apoya a Mónica García, líder del principal partido de la oposición, Más Madrid, que se ha ganado el apodo de MUMEMA –ella se definió así, “mujer, médica y madre” –, está dispuesto a calentar las calles hasta las elecciones del 28 de mayo próximo. Ya lo anunciaron antes de hacer el descanso navideño, que estos comunistas no perdonan ningunas vacaciones –aunque, como las de Navidad, sean con motivo religioso–.
También parece tener una guerra con las cifras, en este caso con las derivadas de las encuestas, el fiel José Félix Tezanos, que vuelve a “atenazar” la mayoría de su partido, que aumenta en casi dos puntos su distancia de diciembre con el PP, en la foto mensual del costoso e inútil –salvo para el líder– Centro de Invenciones Sánchez. No importa que todas las demás encuestas den una mayoría clara del Partido Popular –que podría ser mayor si Núñez Feijóo dejara pasar algunas oportunidades de callar–, para que el fiel lacayo sólo vea en rojo los resultados de su cocina.
No son de menor calado, en lo que a cifras se refiere, aunque no me quiero extender mucho, las mentiras de carácter económico con las que la antes citada viceprimera y su compañera de Hacienda, “mi” Marisú Montero, sin dejar aparte al “portavoz” Félix Bolaños, ministro de “desmemoria democrática”, entre otras cosas, que también se explaya en sus “relatos fantásticos”. Por el contrario, la OCDE desmonta la euforia y propaganda del desgobierno, en su último informe sobre bienestar económico de los hogares. Sitúa a España a la cola de Europa, lo mismo que en renta disponible y confianza del consumidor y a la cabeza en tasa de paro y de infrautilización de la fuerza laboral. La realidad es que, en enero de 2022, hay 3’4 MM de inscritos en el SEPE, que no trabajan, y 15.010 personas, todavía, en los ERTE, además de 25.000 autónomos menos y 273.000 funcionarios más, que representan el 52% del “empleo” creado. Con un matiz que no soporta el más mínimo análisis económico, si el principio fundamental de toda empresa es que el coste del personal sea asumible dentro del de producción, en esta España, S. A., de muy escasa producción y menos productividad, la “mano de obra” funcionarial cuesta a los socios un 100% y reporta, en el mejor de los casos, una media del 25-30% (IRPF más impuestos indirectos), es decir, nos cuesta (perdemos) un 75-70% cada empleo público creado. Así somos el único país europeo que todavía no ha recuperado el PIB pre-COVID. O sea, “España va bien” y seguimos en la Champions League de ZParo. La subida del SMI desde 2018 ha sido aproximadamente de un 52,6% mientras la productividad cae un 5%. Por su parte, CEPYME estima que, desde 2018 hasta diciembre de 2022, el alza del SMI y la subida de impuestos destruyeron, de forma directa, 105.800 puestos de trabajo, y evitaron la creación de 150.400 empleos. Mientras, el BCE estima que, en el periodo 2019-2024 (si se cumplen las previsiones de 2023 y 2024), España será el país que más tarde y menos se recupere.
Por último, otra forma de mentir es la manipulación visual, mediante vídeos que se graba Mr. Postureo para engañar a la audiencia. Hace un mes se “consagró” como el rey de la petanca, jugando una “espontánea e improvisada” partida con el alcalde socialista de Coslada y pensionistas que fueron cargos –o siguen afiliados– del PSOE. Esta semana lo vimos en el salón de una casa del municipio madrileño de Parla en compañía de dos jóvenes, Mari Carmen y Óscar que, según Moncloa, cobran el salario mínimo y se verán beneficiados por el aumento que Sánchez anunció en el Senado. Hasta ahí, todo normal si de un mentiroso compulsivo no se tratara. El problema es que, como dice nuestro sabio Refranero, “se coge antes a un mentiroso que a un cojo” –que mis amigos argentinos disculpen los términos– y resultó que el tal Óscar (González) es hermano de Christian González, secretario general de las Juventudes Socialistas del municipio y asesor en Moncloa, donde ocupa el cargo de Consejero Técnico de la Dirección Adjunta del Gabinete de la Presidencia del Gobierno. Me imagino cómo debe ser su tarjeta de visita para recoger un puesto tan largo. De tamaño postal, como mínimo.
Posiblemente, la realidad del sentimiento de la mayoría de los españoles, ojalá, sea la que se expresó en la Mercedes-Benz Fashion Week, en la que despidieron entre abucheos e insulto al “matrimonio” Sánchez-Gómez. Y eso que todavía no sabían lo que decía ayer COPE sobre lo que “cuenta el comisario Villarejo en ABC”, de vuelta sobre las saunas del suegro de Pedro Sánchez, Sabiniano Gómez, algo así como “prostíbulos de hombres”, como la conocida sauna Adán, en la calle San Bernardo de Madrid, “posible escenario de tramas de espionaje”.
