Verdad factual, verdad lingüística y verdad legal: “Ahora, ¡vas y lo cascas!”. Por Manuel I. Cabezas

Ahora, ¡vas y lo cascas!

«En aras de la transparencia, señor José Muiña Arias aplico el ritornelo final de muchos de los monólogos de José Mota: Ahora, ¡vas y lo cascas!»

El pasado 17 de enero, tuve que desplazarme, desde Cataluña, a los Juzgados de Ponferrada (León) para hacer frente a una demanda judicial por un presunto delito contra el honor, la intimidad y la imagen. La demanda había sido presentada por el alcalde pedáneo de Almagarinos, José Muiña Arias.

En la precitada demanda, se pedía mi cabeza (nunca mejor dicho) por el contenido objetivo, verificable, científico y razonado de la columna periodística titulada “Por la boca muere el pez”. Además de mi cabeza, se pedía, por otro lado, una indemnización crematística de 2.500 € por los daños morales causados. ¡Qué barato cotizan el honor, la intimidad y la imagen de José Muiña Arias! Y, finalmente, se solicitaba también que la sentencia fuera publicada en los medios donde se difundió la precitada columna.

La sentencia ha desestimado la demanda de José Muiña Arias y me ha eximido de toda culpa. Sin embargo, para satisfacer su capricho pueril de difundirla “urbi et orbi” y sin estar obligado a ello, me permito, en aras de la transparencia, aplicar el ritornelo final de muchos de los monólogos de José Mota: “Ahora, ¡vas y lo cascas!”. Como hubiera dicho Ernesto Sáenz de Buruaga, ésta es la cronología de los hechos y éstas son las conclusiones.

Ésta es la cronología de los hechos…

1.- Hacia mediados de agosto de 2021, el alcalde pedáneo de Almagarinos, José Muiña Arias, colgó un bando en la pérgola de la plaza del Parlamento, sita enfrente del Bar Golçalves, el único bar del pueblo.

2.- El que suscribe, Manuel I. Cabezas —filólogo, especialista en lingüística y en lingüística aplicada, doctor en didactotología de las lenguas y de las culturas,… por La Sorbona (París); y con una dilatada actividad docente de estas materias en la Universidad Autónoma de Barcelona— analizó el bando: tanto “lo dicho” (semántica) como “el cómo se había dicho” (forma). Para ello, localizó y corrigió las numerosas y variadas faltas (léxico, ortografía, morfosintaxis, signos de puntuación, estructuración, coherencia), dejando negro sobre blanco el análisis y la evaluación científica del bando en la susodicha columna periodística “Por la boca muere el pez”. Es decir, estableció la verdad factual y lingüística.

3.- A mediados de junio de 2022, el que suscribe recogió en los Juzgados de Cerdanyola del Vallès (Barcelona) la demanda judicial por un presunto delito contra el honor, la intimidad y la imagen del alcalde pedáneo de Almagarinos, José Muiña Arias, presuntamente cometido por mí con la precitada columna.

4.- En la mañana del 17 de enero de 2023, tuvo lugar la vista del juicio en los Juzgados de Ponferrada (León). Durante la misma, el letrado de José Muiña Arias me preguntó reiteradamente por qué había escrito, en la precitada columna, que el bando “da la medida no sólo de la deficiente competencia lingüística, cultural e intelectual sino también de la falta de convicciones democráticas del anónimo redactor”. En esta cita veía él el arma del delito contra el honor, la intimidad y la imagen. Ante su insistencia, le respondí con dos silogismos, ese razonamiento deductivo del filósofo griego Aristóteles e ilustrado, en los manuales de filosofía, con el siguiente ejemplo: Premisa mayor (P1): Todos los hombre son mortales. Premisa menor (P2): Sócrates es un hombre. Conclusión: Sócrates es mortal. Estos fueron los silogismos que formulé, “de verbo ad verbum”, ante su Señoría.

Silogismo sobre “la deficiente competencia lingüística, cultural e intelectual”:

Premisa mayor (P1): Escribir haciendo faltas de ortografía, de morfología, de sintaxis, de coherencia, sin conocer el contenido semántico de las palabras, sin saber el uso de los signos de puntuación,… es tener —afirmamos los lingüistas— una deficiente competencia lingüística, es decir es ser un semianalfabeto.

Premisa menor (P2): El Alcalde pedáneo de Almagarinos, José Muiña Árias, escribe haciendo faltas de ortografía, de morfología, de sintaxis, de coherencia, sin conocer el contenido semántico de las palabras, sin saber el uso de los signos de puntuación,…

Conclusión: El Alcalde pedáneo de Almagarinos, José Muiña Árias, tiene una deficiente competencia lingüística, cultural e intelectual. Es decir, blanco y en botella, es un semianalfabeto.

Silogismo sobre “la falta de convicciones democráticas”:

Premisa mayor (P1): En democracia, los órganos colegiados toman las decisiones por consenso.

Premisa menor (P2): El presidente de la junta vecinal de Almagarinos, José Muiña Arias, redacta unilateralmente un bando, sin consensuarlo con los otros dos miembros de la Junta Vecinal.

Conclusión: El presidente de la Junta Vecinal de Almagarinos, José Muiña Arias, carece de convicciones, de aptitudes, de actitudes y de comportamientos democráticos.

5.- Sentencia (o verdad legal): El pasado 14 de febrero de 2023, el juez desestimó la demanda de José Muiña Arias y eximió de toda culpa al que suscribe, acusado arbitrariamente y sin fundamento de haber cometido un delito contra el honor, la intimidad y la imagen del alcalde pedáneo de Almagarinos. Para su Señoría, ha quedado claro y demostrado que el acusado, con su columna periodística, se comportó, por un lado, como el niño del cuento de Hans Christian Andersen, que verbalizó lo que todo el mundo veía: “¡El rey va desnudo!”; y, por el otro, como Lázaro Carreter (*) (Director de la RAE) o Alex Grijelmo (**) (responsable del Libro de estilo de El País) que, con sus periódicas columnas periodísticas, ponían el dedo en la llaga del mal uso de la lengua castellana por los hispanohablantes. Ahora bien, José Muiña Arias y su letrado vieron, como el loco de Don Quijote, “gigantes” (injurias, vejación, burla, desprecio, escarnio, ataque al honor, a la intimidad y a la imagen) donde sólo había “molinos” (la verdad factual y lingüística): análisis, corrección y evaluación científicos del bando, que no tenía ni pies ni cabeza.

… y éstas son las conclusiones

En la columna, que provocó la demanda judicial, el objeto no era el Alcalde pedáneo, cuyo nombre nunca fue citado, y ni siquiera el propio bando. Éste fue una simple anécdota, que me sirvió de coartada o pretexto para pasar a la categoría y plantear un problema general y mucho más grave (cf. el final de la precitada columna): las enormes y frecuentes lagunas en la competencia lingüística de demasiados profesionales (periodistas, profesores, abogados, jueces, políticos, etc.) que tienen el lenguaje como instrumento fundamental de trabajo.

Plantear esto y haber corregido el precitado bando, como lo hubieran hecho los citados Lázaro Carreter y Álex Grijelmo (mastines de las letras castellanas), no es ningún delito sino hacer algo positivo y loable para mejorar la comunicación y, en consecuencia, el funcionamiento de la sociedad. El darse por aludido personalmente, sin ser nunca nombrado, es no saber leer, es ser corto de entendederas, es no querer ver ni oír la “verdad factual, lingüística y legal”. Y, según la sabiduría popular, ya sabemos que la ignorancia es muy atrevida y que no hay peor sordo que aquel que no quiere oír, ni peor ciego que aquel que no quiere ver. Por eso, podría decirse que José Muiña Arias fue por lana y volvió trasquilado. Y, como dijo alguien de otro personaje, el alcalde pedáneo de Almagarinos no dejará huella sino mancha.

 

© 2022 – Manuel I. Cabezas González 

Notas________________

(*) Fernando Lázaro Carreter (1997), El dardo en la palabra, Galaxia Gutenberg, Barcelona.

(**) Álex Grijelmo (2001), Defensa apasionada del idioma español, Suma de Letras, Madrid.

Manuel Ignacio Cabezas G.

Con tres topónimos puedo resumir las líneas maestras de mi devenir vital: desde El Bierzo Alto (Almagarinos), donde nací, hasta Barcelona, donde he impartido docencia de Lingüística y Lingüística Aplicada, en la UAB, y pasando por Paris, donde me formé en la Sobona y donde tuve mi primera experiencia profesional durante 8 años, en la Embajada de España en París (Servicio de Atención Cultural y Lingüística a los Hijos de Emigrantes Españoles en Francia).

Desde el 2011, he tratado de alimentar al hijo lingüístico que bauticé con el exigente nombre de Honestidad Radical. Para ello, por un lado, he tratado de aplicar el lema que se dio a sí mismo el maestro de periodistas Mariano José de Larra: "Mi vida está dedicada a decir aquello que los demás no quieren oír". Y, por otro lado, he intentado ser un fiel y humilde practicante de la doctrina de la “honestidad radical”, cuyas señas de identidad, siempre respetando la obligada cortesía lingüística, pueden resumirse en tres principios: 1. Seleccionar siempre las palabras más adecuadas; 2. Sacarles punta antes de usarlas; y 3. Aderezarlas con una pizca de cicuta para hacerlas más eficaces y letales.

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