Respeta y serás respetado. Por Antonio E.

Respeta y serás respetado. Ilustración de Linda Galmor

«¡Qué respeto puede merecer aquél que no respeta nada! ni lo divino ni lo humano, ni a los muertos ni a los vivos, ni a su cargo»

Tal y como se está poniendo la “política” en España, es necesario que cuanto antes nos centremos en señalar que clase de gentuza tenemos enfrente. Para ello es indispensable retratarlos tal y como son, airear sus taras antidemocráticas, tratarlos como se merecen, sin complejo alguno, y afrontar nuestra defensa como única forma de supervivencia ciudadana y política. La inacción como tales nos condenaría irremisiblemente a la desaparición, como hombres libres e iguales, y lo que es aún peor, sería el fin de la Nación, la nuestra, tal y como la hemos conocido, libre y soberana.

El método que han empleado estos totalitarios es muy simple, siempre lo fue. Ellos piensan que mentira tras mentira se pervierte la realidad, que una tras otra se consigue que de la primera nadie se acuerde, y así sucesivamente hasta que la resistencia de la ciudadanía caiga en el desánimo, y transite sin darse cuenta, de ciudadanos libre a súbditos. De catón.

El modelo que viene practicando este gobierno es tan vomitivo como eficaz en su maldad, dañino y sectario, más propio de los años treinta del siglo pasado, donde los eslóganes se imponían a base de sangre, las consignas eran ley y el conjunto de ambas constituían la “biblia” del proletariado, la suya. Lo peor de todo es que actúan convencidos en su maldad, y en ese apartado están respaldados por la prensa más sectaria y corrompida a este lado del Atlántico.

Ni la mafia siciliana fue tan procaz. En aquellos tiempos de la preguerra civil repartieron miles de “doctorados” en la materia, quizá fue el motivo de su más que merecida derrota, la posterior preparación de su desvencijada venganza y la trama a seguir en su destartalado futuro.

Resulta difícil definir con sencillez, lo que muchos no van a entender jamás, por propia desidia, por cretinismo patológico, o porque los nuevos explotadores conocen tan bien a las “masas” que, facilitándolos la vida a base de paguitas y subvenciones, lo que otros llamamos “adormideras”, han creado un voto cautivo en el que vivaquean como moscas en su abrevadero.

Largos años de educación progresista, aliñados con estúpida permisividad, han dado como fruto la peor ciudadanía de la historia, no en su totalidad, pero sí en un porcentaje muy alto. El pan y circo le ha funcionado a la perfección, dándoles en sus televisiones toneladas de carroña para que se entretengan y no protesten por la miseria a la que están condenados. Para muchos es más importante la coyunda de una modorra, que las leyes que condenan a sus hijos a la miseria. Mucho más relevante ver a un idiota con ínfulas esparcir su estiércol despotricando contra la decencia, que enseñar al populacho a discernir entre lo digno y lo chabacano. Curioso país donde pesa más la gilipollez de un presentador, que enseñar a muchos a pensar por sí mismos, y no en el culo del manguta de turno.

La extrema izquierda perdió su razón de ser cuando después de muchos años de muerte y miseria, se les derrumbó el muro, y con él su forma de dominar al hombre. Pútrida y fétida extrema izquierda, más preocupada por respaldar a los dictadores sudamericanos, que trabajar por la libertad de aquellos pueblos.

La chusma resultante, la nueva nomenklatura, abrazó todo tipo de banderas, luchas ridículas y formas de medrar alrededor del que les pagaba, olvidándose de lo principal: hacerlo en aquellos países donde más les necesitaban, donde la libertad era un lujo y la muerte resultaba barata. Cobardía o maldad, opino que ambas, perro no come carne de perro, los sátrapas tampoco.

La extrema izquierda social comunista siempre pensó en todo, menos en el hombre, su máxima preocupación fue explotarle para sus fines, y después asesinarlos arrancándoles la posibilidad de saber a quién habían servido.

Hay que ser muy estúpido para no darse cuenta, o estar convencido y participar en ello. ¿Y quién está detrás de esa bufonada? Miren a su alrededor, y empezarán a ver a esta especie de garrapatas, petimetres, vagos, ociosos, embusteros, advenedizos, inútiles, estomagantes, truhanes, mirones, chulos, figurones, fracasados, indigentes culturales y demás escoria de imposible clasificación. Todo tipo de gentuza cuyo único afán en esta vida es aparentar lo que nunca fueron ni serán, seres útiles a los demás. De esta escoria, la ultra extrema izquierda española, está más que sobrada.

Todos estos sinvergüenzas se han colocado en lo más alto del escalafón, teniendo el coeficiente democrático más bajo, la vergüenza corta y la boca siempre larga. De ahí su peligrosidad y su asqueroso pragmatismo. Les identificarán fácilmente, seguro que sin estresarse mucho los contarán por centenares, los más versados nunca acabarán su escalofriante conteo. Son las rémoras más nauseabundas de la sociedad, han llegado para esparcir su ponzoña, para vengarse por sentirse lo que son: basura.

Esta especia ha convertido el congreso español, con minúscula, en una lonja de carne, donde el kilo de carroña se valora según sea la importancia de lo que se vote ese día. O en un puto circo, donde liliputienses, payasos y trapecistas visten sus mejores galas, las mismas ropas con que acuden sucios y sudorosos, que diría una tal Almudena, a refocilarse con la crema y nata del puterío madrileño. Por no faltar no falta ni la madame, ni el chulo, ni la alcahueta, todo sea por la causa, aunque esta sea la más nauseabunda desde que otro sandunguero de apellido religioso, amenazara de muerte a un presidente del gobierno.

Si el anterior congreso era el reflejo de la nación, pensaría que era la foto de un estercolero, la del que venga será aún peor, esta vez se hablará en varios idiomas, uno el español, y varios más de dudoso o escaso valor, no por ellos mismos, sino por los que van a imponerlos. Si ETA y el golpismo catalán se entienden en español en su enternecedora intimidad, ¿necesitarán interpretes cuando lo hagan delante del resto?

Y no es opinión, son hechos, tan fácilmente demostrables como dar al play de la historia, o escuchar la actualidad. Si la calidad democrática de esta otrora gloriosa nación fuera la calidad de algunos diputados, estaríamos entre un burdel de Bombay o un muladar de Caracas. Los aludidos ni se darían cuenta, beber cazalla y fumar alfalfa seca les mantiene en su estado habitual, o sea, estúpidos.

Mal, muy mal futuro nos aguarda, tétrico y patético, que diría un extinto escritor, de pluma fina y copa fácil. ¡Qué respeto puede merecer aquél que no respeta nada! ni lo divino ni lo humano, ni a los muertos ni a los vivos, ni a su cargo, que es nuestra carga. Si quiere respeto que se lo exija a los que le han votado, que a los que no lo hemos hecho, no para de insultarnos, agredirnos y vituperarnos. Nunca respetaré a quien no me respeta, ni como persona, ni como ciudadano español, ni siquiera como presidente del gobierno. Este artista odia a más de media España, luego es justo y cabal que los odiados pasen a odiar al que tanto les odia.

La dignidad de un presidente español, la adquiere durante el ejercicio de su mandato, no antes. Hoy día dicha dignidad está secuestrada en un zulo, o en el interior de un caganet de barro, o tal vez nunca la hubo, o quién sabe si esa dignidad está tan escondida que nunca aflorará. Lo cierto es que en estos tiempos los valores más profundos que deberían adornar la figura de un mandatario político, nunca saldrán a flote, quizá sea por el lastre de plomo de algunos, la chabacanería de otros, y la maldad del que no ha mostrado ningún interés en usarlos.

¿Se puede respetar al partido de los criminales? El mismo que sigue llevando en sus listas a asesinos, chivatos y señaladores de víctimas. Obviamente no.

¿Se puede respetar al partido que quiso romper la Nación dando un golpe de estado, incendiando las calles y agrediendo a los servidores del orden público? Obviamente no. A esta basura le diría que cuando quieran ver el rostro de un fascista, que se miren en un espejo, o que miren la foto de su padre, por ejemplo.

¿Se puede respetar a quiénes pretenden subvertir la Constitución aprovechando sus altas magistraturas? Obviamente no.

La ciudadanía decente, que aún queda, tiene la obligación de señalar y protestar enérgicamente ante los atropellos, villanías y escarnios a los que sea sometida por un poder omnímodo, sectario y dictatorial. La dignidad de la persona es individual, será colectiva cuando sea uniforme, será grande cuando sean muchos los que la abracen, será enorme cuando sea multitud, y será nacional e invencible cuando la abracen la mayoría de los españoles.

 

 

Antonio E.

“Lo valioso no es lo conseguido, lo verdaderamente importante es mantenerlo”. Nacido en Valladolid, diplomado en el noble arte de trabajar y doctorando en la disciplina más importante que existe: conseguir ser un buen español. Autor de varios libros, desde siempre me gustó leer la historia de mi país, aprenderla, estudiarla y compartirla. Su desconocimiento nos aboca, irremediablemente, a tropezar en las mismas piedras de siempre. Odio la doblez, la traición, el engaño y la cobardía, rasgos que abundan cada vez más en nuestra sociedad.

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