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Las meditaciones de Europa en la orilla mediterránea: Me Repatea el descuadre feminista y la corrección política

Cartel de la mujer trabajadora
Corrección política. Cartel de la mujer trabajadora

 

A mí, que no nací en democracia, fui mujer y española, me estafaron emocionalmente siempre; pero los victimismos me resultan insufribles. De la dictadura conocí mis años de Bachillerato. Enteros. La sociedad que nos rodeaba era provinciana, pobre, atrasada y bastante ignorante. No había colores ni demasiada música. Mi familia no era rica, y sigue sin serlo; pero me “mandaron” a un colegio de pago. Siempre estudié en privada. Todo, visto desde aquí, fue espantosamente ridículo, apolitizado, católico y con una “sexualidad” brutalmente reprimida. Prohibida en muchos casos. Eran aquellos años del coletazo final del franquismo, el despegue económico-social y la apertura. Y por todo ello reniego de la corrección política.

 

«Me Repatea el descuadre feminista y la corrección política, porque que no nací en democracia, fui mujer y española, y me estafaron emocionalmente siempre»

 

 

Nosotros éramos jóvenes que convivimos sin agredirnos políticamente y transgredimos, con más o menos aciertos, las reglas. Yo me salté tantas como pude y me dejaron. Los disgustos familiares no fueron sin importancia y me escapé de casa. Después fui ilegal en Francia hasta que conseguí una beca y permiso de residencia del Estado francés. Me casé por lo civil y no fui de viaje de novios porque mi marido, que era Catedrático, consideraba que su vida privada no repercutiría negativamente en sus alumnos. Me pareció natural y volví a mis clases (Tercero de Filología Francesa). Teníamos bombillas en los techos, un apartamento de alquiler que miraba al mar, y dormíamos con un colchón en el suelo y el mejor equipo musical del mundo mundial. Lavaba a mano la ropa y salíamos a cenar, chuletones de Buey, y cosas así, a menudo

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Mi marido no exigía nada ni daba un palo al agua en casa. Se consideraba “natural” y pese a ser un “moderno” aquello no le incomodó ni diciéndoselo yo. En todas las casas se cocían las mismas habas: en el mejor de los casos, que era el mío. Él era 10 años mayor. Y, con los suyos y los que yo tengo ahora, cubro toda una jubilación. Para decirles que pertenezco a la primera generación de mujeres “rompedoras” y sin apoyos. Fuimos contadas. La mayoría se adaptó y trampeó la verdad para evitarse mayores problemas. En muchos casos, son las mismas que hoy son las más modernas, las de mentalidad más avanzada, las más puestas… Todas son de izquierdas, buenas, trabajadoras y muy morales. Independientes, ningún ama de casa, que da mucha vergüenza y no se lleva, y al hombre lo tienen a raya. Son feministas y socialmente muy correctas y comprometidas. Son ateas que compraron piso, se casaron por la iglesia y bautizaron a sus hijos. Y el descuadre me repatea.

 

Gracia Díaz-Telenti Gracia Díaz-Telenti