Julio Murillo presenta el revolucionario TrankiMachín, el nuevo fármaco contra la ansiedad provocada por los que cortan el bacalao

Mi alter ego, Jules de Salesville, en colaboración con sus colegas Rover Lang e Ibn Lactoplast, acaba de alumbrar una nueva y magistral fórmula paliativa que inmuniza contra la gilipollez autonómica, estatal y mundial. A estas alturas de película, todos necesitamos un TrankiMachín a gritos... ¡¡¡Pídeselo a tu médico de cabecera!!!
Mi alter ego, Jules de Salesville, en colaboración con sus colegas Rover Lang e Ibn Lactoplast, acaba de alumbrar una nueva y magistral fórmula paliativa que inmuniza contra la gilipollez autonómica, estatal y mundial. A estas alturas de película, todos necesitamos un TrankiMachín a gritos… ¡¡¡Pídeselo a  tu médico de cabecera!!!

ANALGÉSICOS Y FÓRMULAS MAGISTRALES

Me declaro surrealista convencido, nihilista vocacional, filósofo peripatético, apátrida, ciudadano aburrido y enfermo crónico.

Esto último se debe a que me duele todo, o casi todo. El médico de cabecera me dice que lo mío es un caso perdido, que no hay nada que hacer, que me tome las cosas con calma, si es necesario a chirigota, y vaya tirando millas, caminante no hay camino, que ya llegará el verano y en esa estación todo se ve más soleado y la líbido obra milagros.

Mi enfermedad, estoy convencido, afecta a cientos de miles, que como yo están hasta la coronilla de crisis, recortes, paro, pobreza, banqueros, especuladores, políticos, energúmenos de sangre azul, desalojos, banderas, himnos, proclamas y mentiras de todo tipo y calibre. No estoy solo, qué va, para nada. Somos legión. La legión del desencanto.

Y eso me lleva a preguntarme, de forma retórica, por qué las grandes multinacionales farmacéuticas no ponen todo su empeño en elaborar fármacos, drogas, compuestos, complejos vitamínicos, inhibidores o potenciadores de esto, o de lo otro, o de lo de más allá, que vengan a paliar tanto destrozo anímico y espiritual.

Dicen que cuando el colectivo es inmenso, que cuando la cosa se convierte en pandemia, esos capitanes de la salud se ponen manos a la obra y sacan del laboratorio lo que haga falta, porque el negocio es el negocio, y la salud –junto al comercio y el bebercio– lo más fundamental.

Pues va a ser que no. Esos jerifaltes de la poción masiva, esos hipócritas hipocráticos no están por la labor, en absoluto. Y digo yo que será porque entienden que el colectivo que reclama esas fórmulas magistrales está sin un duro –los euros son una fortuna, volvamos a la modesta, honrada y querida peseta –; tiene los bolsillos agujereados; camina con los mismos zapatos y a duras penas podría costearse un tratamiento a base de cetilsalicílico si le fuera en ello la vida. Eso será. No somos target que justifique tanta molestia. Sí somos, obviamente, nicho de mercado. Aunque más que nicho debería decir fosa común.

Hablando conmigo mismo, o mejor dicho: con el otro que ocupa la mitad de mi cerebro, un caballero decimonónico empirista aventurero redentor y justiciero, –aquí no hay comas que valgan–, llamado Jules de Salesville, llegué a la conclusión de que el mundo necesitaba un anti-héroe, un alquimista loco, un nuevo profesor chiflado capaz de destilar, entre redomas y alambiques, jarabes, vigorizantes, complejos vitamínicos, supositorios y pastillas por un tubo.

Así nacieron, uno a uno, los medicamentos y soluciones que conforman este electuario moderno, que no sabe a miel, como los antiguos, pero mitiga la hiel; fármacos que no necesitan de excesivas presentaciones; antibióticos capaces de combatir la angustia existencial, el boinismo, el txapelismo y la barretinitis; recetas para que la derecha mantenga su nivel de vida con cara de póquer; para que la izquierda vuelva a las barricadas, digo a las mariscadas; para que los no nacionalistas soportemos con estoicismo a los mequetrefes ojipláticos, cíclopes zampabollos, muy orinables presidentes autonómicos, portavoces botarates y presidentas de asociaciones de mononeuronales uniceja camino del Portal cubano de Itaca. Esto sólo es el comienzo.

Hará falta más, mucho más. Ya se sabe que los tumores, los virus y bacterias, desarrollan resistencia a los tratamientos. Se niegan a morir, se envuelven en trapos, símbolos, himnos y demagogia. Alien es un imberbe a su lado.

Mi alter ego y yo, en colaboración con afamados surrealistas como los profesores Rover Lang e Ibn Lactoplast, seguiremos desarrollando pacientemente estos modestos 

remedios, con el deseo y la esperanza de que antes o después la humanidad se libere de tanta lacra, tanta caca y tanto diletante.

Y si nada de lo que pueda salir de nuestro ingenio y trabajo funciona, siempre nos quedará… la nitroglicerina.

Julio Murillo LlerdaJulio Murillo / Jules de Salesville

Manuel Artero Rueda

Manuel Artero Rueda ha dedicado toda su vida profesional a la televisión en la empresa pública RTVE donde, en los últimos veinte años, y después de haber trabajado como ayudante de producción y realización. ha realizado su oficio de periodista como reportero en el programa Informe Semanal, para el que ha realizado mas de trescientos reportajes. Licenciado por la Universidad Complutense, es autor del libro "El reportaje para televisión un guiño a la noticia" , un práctico temario con el que ha impartido clases tanto en el Instituto Oficial de RTVE como en el máster de periodismo de la Universidad Rey Juan Carlos. Desde el ERE inventado por Zapatero para TVE, dedica su esfuerzo y trabajo esta "La Paseata" un sencillo blog personal que con el paso de los últimos años, se ha convertido en una modesta revista electrónica en la que colaboran un grupo de amigos a los que une el amor a España.

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