Hoy es un día delicado para la candidata socialista a las elecciones europeas. Ha conseguido, por un lado, ser el centro de atención nacional según los cánones del famoseo consagrados en el siglo pasado por la Velvet Underground del ‘Walk On The Wild Side» y su gurú el Warhol, gracias a unas declaraciones periodísticas en las que ha mezclado a Felipe González, Jesucristo, la movida madrileña y al Che, justo en el momento en que la campaña electoral comienza a tomar fuelle y consistencia, y la familia política de los socialistas españoles no puede ocultar su inquietud hasta por las encuestas que ellos mismos cocinan.
Así, desde esta mañana, los periodistas destacados, y con fuentes, en la sede madrileña de su aparato político de la calle Ferraz se están forrando a pescar noticias y, desde allí salen titulares de prensa al trepidante ritmo pop de la movida madrileña que la cabeza de lista vivió, según ella misma acaba de decir, muy cerca del fabuloso grupo de los Nacha Pop. Porque resulta que doña Elena Valenciano, con 37 años a cuestas como profesional de la política socialista, en realidad es «La chica de ayer». La burguesa ideal, que de buena familia, se cansa de todo y a los diecisiete, consigue un trabajito de telefonista en esa sede en la que ahora ella es protagonista indiscutible de todas las conversaciones.
Camino de Europa junto a José Blanco y un Zapatero crecido, valencianista y feminista, hoy a doña Elena Valenciano, tan solo le falta el olor de la colonia de Alfaz del Pi, donde su marido Javier Udaeda Montaner, trabaja de arquitecto municipal en su ayuntamiento y junto a él es propietaria de dos empresas, Lejana Gestión Patrimonial, S.L. y Picuda Ideas, S.L., por las que el 3 de mayo de 2010 y el 20 de agosto de 2009 fueron embargados por no cumplir, como todos los españoles, con sus compromisos fiscales.
En las infinitas colonias residenciales que miran a la playa del Albir en Alicante, en realidad los vecinos ni se conocen o tan siquiera se saludan por las mañanas. Allí viven holandeses, ingleses, belgas, algunos rusos y una mayoría de españoles, y todos, en la intimidad cuchichean sobre doña Elena Valenciano y su familia. Porque todos conocen de las injustas leyes de hecho que imponen constructores, políticos y promotores con el suelo urbanizable. Como en Altea o Benidorm, otros dos paradigmas de la discreción fenicia y europea. Auténtico aroma de la riqueza que la señora Valenciano combina a la perfección con el buen gusto progresista, ese buenismo que tan bien nos sienta a todos a juego con el bronceado cosmético y combinado también con unas coquetas chanclas para pisar bien en el walk On the wild side. Que hablen de ti aunque sea mal. Ahí radica él éxito. Veremos sí también los votos.
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