Marlon Brando, dejó este mundo el 1 de julio de 2004 a los 80 años. Un mito surgido de su propia y oscura vida, capaz de conseguir con sus interpretaciones personajes que transcendieron de la pantalla convirtiéndose en iconos de la cultura popular.
A Brando resumirlo es imposible, disfrutarlo sí es muy fácil. Expulsado del colegio y rechazado para el servicio militar a causa de un problema en la rodilla, Brando empacó sus cosas y se fue a Nueva York. Allí desaparece Bud, el gordito rubio, cabeza dura, triste adolescente, y emerge, en su lugar, el talentoso hombre de talla. Se matriculó en el incipiente Actor’s Studio, una escuela que enseñaba el novedoso Método del ruso Konstantín Stanilslavski. Allí se promovía el realismo y la apropiación del personaje por sobre las caracterizaciones clásicas y rígidas que predominaban, por esos años, en el cine y el teatro más comerciales. Brando adaptó esa filosofía con inteligencia, y gracias a su ambigua belleza y su rebelde actitud, se transformó en el mesías de toda una generación, con sólo 23 años mostro al mundo cómo se actuaba, para luego dedicarse a autodestruir su mito.
En contra de lo que se ha dicho, Brando era ante todo un hombre disciplinado, ordenado hasta para tomarse una ducha, que lo hacía como si se tratase de un ritual hindú, también en colocar su ropa en los armarios y los libros que siempre llevaba a todas partes. Es muy difícil hablar de Brando, porque no es un actor común y se le imita con demasiado descaro, pero detengámonos un momento, veamos cualquiera de sus películas y observemos abiertamente como analiza su fuerza interior y como lo expulsa hacia el exterior de la forma más sutil, aplicando el método aprendido en toda su dimensión. Aunque el siempre precisó que no sentía pasión ninguna por su trabajo, salvo en contadas ocasiones. «El remordimiento es inútil en la vida. Es ya pasado. Todo lo que tenemos es el ahora», frase premonitoria de un hombre que bajo la máscara del arte de Moliere, define su pasión por la vida y su sensibilidad ante la injusticia humana.
Marlon lideró una amplia generación de actores que participaban del concepto del Actors Studio, que venía a simbolizar el relevo de un actor del sistema creado por los grandes estudios, para dejarle hacer y trabajar su papel con absoluta libertad, conocido por el método de las acciones físicas, como un acercamiento a trabajar de adentro hacia afuera. Pero Marlon Brando si tuvo remordimientos y se lamentaría más de una vez de no haber podido hacer Lawrence de Arabia, porque tenía otro compromiso y cuando se la ofrecieron no pudo. Era una historia y un personaje que le apasionó siempre y por el que sentía un cariño especial. «Hay un antes y un después de Marlon Brando, pienso que es importante que las generaciones jóvenes vean sus películas por orden cronológico para sentir las emociones que explotaron con él en la pantalla » Declaró el director Martin Scorsesse.
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«Para mí, la más grande generación de actores como De Niro, Dustin Hoffman, Gene Hackman, Robert Duvall, Al Pacino, Morgan Freeman y Meryl Streep son productos de Brando. Antes de Brando, los actores representaban personajes, después, los vivían literalmente». – Edward Norton.
Marlon Brando fue desde niño, como el viento solano; poseía un enorme magnetismo…que arrasaba y quemaba…Todo, menos dejarte indiferente.
Gracias Rafael, es muy bueno lo tuyo.
En esta crónica sobre Brando además de seguramente la coincidencia de tantos también reunes emoción. De los que te leemos.
Mencionas su «belleza ambigua», eso es bonito por sugerente. Aunque considere a la belleza como el único puerto cierto casualmente por no ser definible más que por su maravilla de poner el alma exultante, después de la comunion con ella.
Luego, no creo posible imitar a ningún artista, por lo mismo. Su capacidad de belleza es punto único, particularísimo.
Vivimos afortunadamente rodeados de artistas. Y de Angeles, gracias a Dios.