
Hay demasiado en juego. Y llevamos ya demasiados días atendiendo, empatizando y callando con el ese drama humanitario que descubre las vergüenzas de Europa, cada día, a golpe de telediario. Con imágenes de todo tipo que ilustran hasta el infinito la miseria de la guerra y la persecución.

Un solo hecho y un sinfín de visiones que lo modifican y tergiversan hasta la egoísta declaración política. Infame utilización del drama y antifaz del cerebelo sectario que muchos calzan para ganar, como si de una simple partida electoral se tratara, con la muerte, la miseria y el drama de miles y miles de almas.
Ahí están Ada Colau, los infames regidores de la autonomía catalana ahora indignados con la historia de los fascistas de los años treinta del siglo pasado, y los nuevos regidores del ayuntamiento de Madrid que llaman a la resolución del drama humanitario con el concepto de acogida familiar y olvidan la necesaria política de alturas en la que, y en realidad, la vieja Europa estudia su vuelta atrás en el vital tratado de Schengen.
Es en definitiva la puesta de largo y la consumación de la política de los populistas reinos de taifas en los que por unos intereses concretos, pequeñitos y bastardos, sus regidores olvidan la ecuación internacional que se está calculando en el tablero internacional que ahora protagonizan terroristas y demócratas. Radicales y tolerantes. Asesinos y víctimas.
Ponga un refugiado a su mesa y olvide todo lo demás. Qué fácil solución para anestesiar la conciencia. Y claro está : Los que vengan detrás que arreen.
«Crecimiento negativo», dirían nuestros políticos, tan amigos del eufemismo para no llamar las cosas por su nombre.
Para atrás, como los cangrejos, decimos los que vemos las cosas como son. Un fuerte abrazo.
Antonio de la Torre Enviado desde mi iPhone