A todos nos ha llamado a la curiosidad y sorprendido la sonrisa amable de Papandreu durante los últimos tres meses. En Bruselas, en todas las últimas cumbres, en compañía de Sarkozy o la Merkel. Las noticias nos ofrecían su feliz, amable y tranquilizante rostro, y siempre, a continuación daban paso, en el siguiente vídeo, a las huelgas, protestas y luchas campales en las calles de Atenas. Hoy, día de los difuntos, el político griego ha presentado otra imagen para Europa. Bien podría ser esta:
Me imagino que está en el guión vital de un socialista como Papandreu el que quiera dormir bien por las noches, acurrucado entre su conciencia y la almohada y para ello le faltaba el referendum como a muchos otros no falta la tisana de tila. Y ahí está su propuesta. El problema ahora, y ya va en serio, es esa vieja Europa que comenzó en Grecia y allí pude terminar. Y lo siento porque la proyección occidental de una Europa unida y fuerte siempre ha motivado mis esperanzas, pero lo siento también, por esos viejos y cultos socialistas, de buen corazón, que han visto ya en España un partido desnortado por la ingeniería social de Zapatero, y perdido a medio camino de Suresnes y la socialdemocracia y el vacío leninista que anuncia Rubalcaba. Y es que a partir, los socialistas griegos se quedan, como los españoles, sin brújula, norte o estrella que seguir. Es una lástima aunque Papandreu podrá dormir tranquilo. Con Zapatero no estoy tan seguro.
Quizá sea que me puede mi lado miedoso, pero no me gusta nada la sorprendente convocatoria de referéndum. Me da espina y no buena. Además, me parece un soberano acto de irresponsabilidad política en una hora de Europa tan grave como esta, que diría el europeísta convicto José Ortega y Gasset. Papandreu, por otro lado, yo no sé muy bien quién es, ni qué número hace en la genealogía de los Papandreus de toda la vida, la saga hereditaria, como una monarquía, del socialismo heleno.