Hoy, menos que nunca, debemos recobrar la frágil memoria de nuestra historia mas reciente para no caer de nuevo en la trampa. Ese engaño publicitario que realizó ayer otro frentepopulista de los variados que pululan en este país de los platós políticos.
En esencia un heredero mas con buenos abogados, de los muchos que alimentan los terroristas, en este caso de Amaiur, que actuó para mas gloria de la infamia, en la Tribuna del Parlamento y que ahora, tan indignados como preocupados, amplificamos todos con su imagen y un pie de foto hasta hoy inimaginable: » Sabino Cuadra con la camiseta independentista catalana, apelando al falso derecho a decidir, rompe un ejemplar de la Constitución en el Congreso durante el debate parlamentario sobre la reforma del Tribunal Constitucional».
Coincide la calculada provocación con el último desafío al Tribunal Constitucional que Artur Mas esgrime desde Barcelona sobre el Plan de la Hacienda Catalana y para el que la Generalidad ya ha gastado al menos treinta millones de euros. Y es que, de momento, asistimos a la guerra del postureo, las amenazas y los, tan descarnados como obscenos, desafíos propagandísticos. En Las Vegas y después de saborear unos lingotazos on the rock, el juego sería: «A ver quién la tiene mas gorda», pero aquí en esta España nuestra de sangre caliente y carajillo a las claritas del alba, muchos españoles estamos ya cansados de tanta bravuconada y llamamiento descarado a la violencia. Y por ello nos conviene no olvidar.
Al menos el contador de nubes, el impresentable ZP tiraba la piedra y escondía la mano. Porque este vicio del desacato e incumplimiento de las sentencias del Constitucional no es nuevo. La mayoría lo ha olvidado. Y es que tal día como hoy, se cumplen tan solo cuatro años, de la sesión parlamentaria por la que el gobierno socialista que presidió Zapatero y que presentó la entonces ministra Rosa Aguilar aprobó un Decreto Ley para sortear al Tribunal Constitucional. Concretamente sobre su sentencia sobre la titularidad estatal de las cuencas hidrográficas. En esencia los socialistas votaron junto a los independentistas en contra del estado español y para mas delito, y surrealismo político, el Partido Popular se abstuvo por una protocolaria cuestión de formas.
La historia no es tan antigua para que los españoles la hayamos olvidado.