Me recuerda hoy mi amiga Mercedes Ibáñez Huete la cita del inventor de todo un Mundo, el genial Tolkien, una de sus frases dirigidas al corazón de los hombres: “Desleal es aquel que desaparece cuando el camino es oscuro” y un servidor, ante la propuesta, no contempla otra imagen que la del impresentable Artur Mas, esposado y conducido por la UDEF, a las mazmorras del estado. El infame por antonomasia. El superlativo desleal.
Y rememoro a mis cultos amigos canarios estudiosos de su historia. Los periodistas Michel Jorge Millares y Luis Socorro, por ejemplo. Y al pintor Pepe Damaso, que en el 2002 me dedicó su libro «Héroes Atlánticos» conmemorativo de su gran exposición homenaje a Tanausú, Guize, Doramas, Hautacuperche, Armiche, Atehen y Tinguaro porque ellos saben bien en qué consiste la traición, el engaño y el todo vale en la guerra menos la derrota.
El artista pintor, lo recuerdo bien, me ilustró sobre la esencia del alma isleña: «El canario, amigo, busca la felicidad como todos los hombres, pero siempre llega a la playa, y aquí, la única salida que tiene es el ensimismamiento, porque en la frontera del mar con la tierra, no le queda otro camino, que volver hacia sí mismo».
Y eso es lo que le queda al tres por ciento del Artur Mas, el encontrarse consigo mismo junto a los voluntarios subvencionados de la ANC, la infinita sinvergüenza de los falsos historiadores, los pagados profesores universitarios, y los sin ética, economistas, periodistas y políticos que todavía viven a cuerpo de rey, y vestiditos de Adolfo Domínguez, a costa de todos los españoles.
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