Me acuerdo hoy de los que tienen una vida perfecta, tanto y tan maravillosa que olvidan el bien común. Y canto par ellos esta historia sobre la injusticia que conlleva juzgar a las personas, la maldad que encierra realizar testimonios sobre los asuntos privados de los demás. Y como siempre mi voz se alza al cariñoso ritmo del bolero:
Un joven de 24 años se asomo por la ventana del tren y gritó…
“¡Papá, mira los árboles, nos siguen, van muy rápido!”
Su papá se quedó mirándolo con ternura y sonrió. Una pareja de jóvenes sentada cerca vieron al joven de 24 años y pensaron para si mismos: Es muy mayor para una actitud tan infantil, debe tener un trastorno mental. De repente el joven exclamó otra vez: