
Marilyn calzaba la talla 42, por lo que según los tallajes de hoy en día, estaría clasificada, a pesar de su belleza, por el emporio de la moda como una gorda. Etiquetada además con la falsedad de las efímeras modas y quizás estigmatizada por el peso de las curvas y la dictadura psicológica que impone el imperio de la publicidad gracias a su tan glamuroso como falso reclamo de la belleza que aprovechan los descarados políticos y medradores sociales para auparse en el liderazgo de la opinión.
Y aunque hace ya algún tiempo que las gordibuenas toman las pasarelas, lo cierto es que la política corrección impone sus leyes, cada día, cada anuncio y mensaje subliminal, en contra de nuestra propia identidad en aspecto tan aparentemente menores como es el del propio concepto de la atracción física.
Ya nos limaron las neuronas con el engaño del lenguaje correcto no sexista con el precepto progre de la identidad de género. Ya nos martillearon, y bien, con ese infame todos y todas que ya se ha hecho un hueco junto a nuestra almohada porque ha invadido nuestros sueños a base de su calculada promiscuidad, y ya, también, hace un infinito compás, nos prohibieron el piropo, esa elegante manifestación de la admiración, sin que nadie osara alzar la voz por encima del oprobio martilleado… Ya nos castigaron, y esto es la esencia de la infamia, con el concepto de culpa, al borrar de la ley el principio de inocencia en los litigios entre el hombre y la mujer, y encima, sobre todo, nos imponen la imagen y hasta el peso de la belleza. Ya está bien.
Fmuy bueno Manuel!
Increíblemente se ha pervertido todo, hasta el lenguaje y la idea de belleza.