
«El Kichi ha visto que las arcas no llegan para todo lo que prometió y no le ha quedado más remedio que sumarse a la dinámica de la casta»
Soy andaluz, y andaluz convencido. No tan exagerado para pensar que es la cosa más grande del mundo, pero le ando cerca. Y hoy me palpo la talega de los sentimientos que me infunde mi origen y lo hago porque el Kichi, el chirigotero alcalde de Cádiz, ha dado un paso de gigante. Un paso que cualquier andaluz que se aprecie lo hubiera tenido que pensar mil veces antes de darlo, y aun así, contar hasta quinientos antes de decidirse.
El Kichi ha visto que las arcas no llegan para todo lo que prometió y no le ha quedado más remedio que sumarse a la dinámica de la “casta” y comenzar con los recortes. Y sin encomendarse ni a dios ni al diablo ha decidido cortarle las subvenciones a las Cofradías de Cádiz: ¡Con dos cojhones!
Ha puesto en pie de guerra a un ejército de capillitas, meapilas, raspavelas, turutas, procesionarios, cultivadores de la pureza tradicional andaluza y vigilantes de la moral y el orden… en una palabra la Andalucía de siempre que de año en vez, cada cuaresma saca las galas, las peinas, las mantillas, los tambores y las trompetas y se va a escenificar el sufrimiento y la estética barroca del dolor que es una de las piedras angulares de nuestra manera de ser.
Me habían dicho a mí, que el Kichi era un tío “mu leído y mu estudiao” que escribía chirigotas y que por sus venas corría la alegría del carnaval. Ahora lo pongo en duda. A buena hora en mi pueblo, Pozoblanco, se le hubiera ocurrido a un alcalde, por “mu rojo y atravesao que fuera” hacer una cosa como la que ha hecho el chirigotero de Cádiz.
Mal vamos, si empezamos a cortarle el grifo a las cofradías para dárselo a los carnavaleros. Estamos potenciando a Don Carnal, contra Doña Cuaresma… Y ya se sabe el equilibrio de Andalucía, desde tiempos de la reconquista, está en darle al demonio lo que es del demonio y a a iglesia lo que le pertenece. “Así que querido Kichi con la iglesia habemos topao” y ahora veremos, y al tiempo me remito, si podemos o no podemos salir de este lío.