Justicia o legalidad
«Justicia o legalidad: El debate entre lo que es correcto o incorrecto, lo que es justo y lo que es legal, es un debate eterno»
Lo legal no siempre es justo, y lo justo no siempre es legal. Por desgracia, la legalidad y la ética a menudo transitan por caminos diferentes, se cruzan en ocasiones y acaban divergiendo. El debate entre lo que es correcto o incorrecto, lo que es justo y lo que es legal, es un debate eterno.
Las redes sociales se nutren a diario de los adictos a la polémica, da igual cual sea el motivo de la controversia. Resulta difícil sustraerse a la tentación de entrar en un debate sobre cuestiones como la presunta inocencia o culpabilidad de tal o cual político, sobre si determinada sentencia es justa o excesiva, sobre lo acertadas o desacertadas que puedan ser ciertas políticas, como las relacionadas con la inmigración, etc. Lo que hace años eran debates que presenciábamos por televisión y que, como mucho trascendían al ámbito familiar o nuestro reducido círculo de amigos, ahora abarca un infinito espacio virtual al que todos tenemos acceso.
Cualquiera puede dirigirse a cualquiera para exponer sus argumentos con mayor o menor acierto, sabiendo que el aludido recibirá sus opiniones, y a menudo sus insultos. Supongo que eso es bueno. Expresarse libremente, quiero decir, comunicarse, interactuar con los demás, intercambiar ideas… Digo supongo, porque cuando leo ciertos comentarios en las redes dudo acerca de muchas cosas. Por ejemplo; dudo si internet nos ha hecho más cultos o más tontos, sobre si estamos más informados o desinformados, sobre si ciertos valores están desapareciendo o evolucionando, sobre si estamos perdiendo la capacidad de distinguir entre lo justo y lo injusto, entre lo lícito y lo conveniente, o es que la línea que separa ambas cosas es cada vez más delgada y transparente.
En definitiva, sobre si somos o no mejores personas. Porque ceñirse a la ley es relativamente fácil, al menos en cuanto a saber a qué atenerse. Pero actuar de manera justa y ecuánime entraña más dificultades de las que pensamos, ya que implica desprenderse de los prejuicios, de nuestras ideologías e incluso a veces, de nuestros propios principios, (quien los tenga).