
«Pero están los «otros”.., los besos que te salen del alma, con los que dices todo lo que quieres sin mediar palabra. Esos dulces besos cargados de amor, de ganas y de esperanza»
Un beso es el acto de presionar los labios contra la superficie de un objeto, generalmente la piel o los labios de otra persona, como una expresión social de afecto, de saludo, de respeto o de amor.
Esto es lo que dice la Wikipedia.., sobre el beso.. Es literal, poco real, y menos aún, poético.. Yo, pobre de mí, puedo decir que es la mejor forma que tenemos los humanos para comunicar e intercambiar sentimientos. Besamos desde nuestra más tierna infancia, a los padres, a los hermanos, a los amigos… A menudo es un acto cargado de cariño e inocente emoción, aunque otras veces es casi obligado por los mayores para educarnos en afecto. A medida que nos hacemos adultos puede convertirse en algo mecánico y puramente social.
Pero están los «otros”.., los besos que te salen del alma, con los que dices todo lo que quieres sin mediar palabra. Esos dulces besos cargados de amor, de ganas y de esperanza. En literatura, son muchos los autores que han escrito, y descrito la maravillosa sensación de los besos. Podría citar muchos, pero mi favorita es Gabriela Mistral, que con su hermoso poema “Besos” describe este mundo del que ninguno podemos, ni queremos escapar:

«Hay besos que pronuncian por sí solos la sentencia de amor condenatoria, hay besos que se dan con la mirada, hay besos que se dan con la memoria. Hay besos silenciosos, besos nobles, hay besos enigmáticos, sinceros hay besos que se dan sólo las almas, hay besos por prohibidos, verdaderos.
Hay besos que calcinan y que hieren, hay besos que arrebatan los sentidos, hay besos misteriosos que han dejado mil sueños errantes y perdidos. Hay besos problemáticos que encierran una clave que nadie ha descifrado, hay besos que engendran la tragedia cuantas rosas en broche han deshojado.
Hay besos perfumados, besos tibios que palpitan en íntimos anhelos, hay besos que en los labios dejan huellas como un campo de sol entre dos hielos. Hay besos que parecen azucenas por sublimes, ingenuos y por puros, hay besos traicioneros y cobardes, hay besos maldecidos y perjuros.
Judas besa a Jesús y deja impresa en su rostro de Dios, la felonía, mientras la Magdalena con sus besos fortifica piadosa su agonía. Desde entonces en los besos palpita el amor, la traición y los dolores, en las bodas humanas se parecen a la brisa que juega con las flores. Hay besos que producen desvaríos de amorosa pasión ardiente y loca, tú los conoces bien son besos míos.
inventados por mí, para tu boca. Besos de llama que en rastro impreso llevan los surcos de un amor vedado, besos de tempestad, salvajes besos que solo nuestros labios han probado. ¿Te acuerdas del primero…? Indefinible; cubrió tu faz de cárdenos sonrojos y en los espasmos de emoción terrible, llenáronse de lágrimas tus ojos. ¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso te vi celoso imaginando agravios, te suspendí en mis brazos… vibró un beso, y qué viste después…? Sangre en mis labios.
Yo te enseñé a besar: los besos fríos son de impasible corazón de roca, yo te enseñé a besar con besos míos inventados por mí, para tu boca».
Maravillosa descripción de una no menos maravillosa sensación. El beso.
Bravo. La edición es elegantísima.