Conversaciones en el andamio: Emilio el moro, que se ha “colocao”… Por Francisco Gómez Valencia

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«En el nuevo “hospital Isabel de Ayuso” ha entrado a trabajar mi primo el Emilio… Resulta que el hijo del señor Rufino lo ha colocado de guarda»

-¡Vaaale! Que ya bajo…

Les pongo en situación: lunes en puente de la Constitución, tarde cerrada, predispuesto para ver a Vicente Valles, pero: aquí estoy, en la calle y hace un frío del carajo, casi las 20:35h.

-¿Y se nos antoja tortilla de patatas con cebolla? Hola Mohamed…

Mohamed es el dueño de la frutería de debajo de casa. Es moro, bueno eso es obvio llamándose así… gran surtido, “bueno, bonito y barato, barato”. Horario XXL, en plan libre comercio liberal en lo económico y conservador de chichinabo en lo social, como dicen que pasa en la Comunidad de Madrid. Y el tío “lo peta”, vamos que hace daño al súper cien por cien español. ¡Fijo que si…!

-¿Patatas y cebollas?

-Ya ves…

-¿Nada más?

-Nada más.

-¡Sabe! Donde el nuevo “hospital Isabel de Ayuso” ha entrado a trabajar mi primo “el Emilio”.

-¡Ah sí! ¿Qué bien no? Estará muy contento…

-Resulta que el hijo del señor Rufino lo ha colocado de guarda.

-¿De Vigilante?

-No, de guarda.

-Estará contento entonces (le repito) ¿Mejor que aquí?

-No crea, aquí ganaba más por lo que le daba yo y por lo que le pagaba la Cruz Roja.

-¿Que le pagaba la Cruz Roja? ¡Si vino de visita el mes pasado y le pusiste a currar para ayudarte con el contrato que le ibas a hacer! ¿No me dijiste eso?

-Si, si…

-Pero no sé lo hiciste y aquí sigue…

-Ahora bien, pero dice que está muy lejos y que tiene que madrugar mucho así que lo deja porque se va a volver…

-¿Volver aquí o a su casa en Marruecos?

-¿Eh? No entiendo…

-Espera, que dejó las cebollas que hoy no me apetece mezclar churras con merinas…

-¿No cebollas?

-No cebollas, majo… a este paso terminaremos siendo vuestros siervos, y si no, al tiempo…

-Eh…

-Nada, buenas noches nos de Dios…

En casa.

-¿Las cebollas?

-No había…

-¿Qué no había, pero has ido “al moro”?

-“Siiii”…

-¡No si cuando tienes el día atravesado no haces nada por los demás!

-Será eso…

Pongo la tele, y ahí está Vicente diciendo que otros doscientos han llegado a Canarias y que la Cruz Roja ha pedido disculpas por la “fiestuki” que “las nuevas chicas de la Cruz Roja” se habían montado con los moros, o que si les sirven la comidita a la par que se dejan grabar las muy inconscientes, mientras gritan viva Marruecos, y un canario cabreado a gritos se pregunta porqué les dan un cheque de 400€ para sus gastos pagados con las subvenciones que les da el gobierno de nuestros impuestos (incluidos los de Mohamed, que no le gusta esto de que se vengan tantos primos, ni un pelo) para que vengan más a los hoteles a pensión completa en vez de llegar los alemanes. Y Vicente termina diciendo: “ya han llegado a Barcelona unos pocos en vuelos directos pagados por la Cruz Roja”.

-“La madre que…” si es que hoy me apetecía con cebolla…

¡Vamos!

Lunes 07 de diciembre, San Siervo.

***

FranciscoGómezValencia.Politologo

Francisco G. Valencia

Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid en 1994 por lo tanto, Politólogo de profesión. Colaboro como Analista Político en medios radiofónicos y como Articulista de Opinión Política en diversos medios de prensa digital. De ideología caótica aunque siempre inclinado a la diestra con tintes de católico cultural poco comprometido, siento especialmente como España se descompone ante mis ojos sin poder hacer nada y me rebelo ante mí mismo y me arranco a escribir y a hablar donde puedo y me dejan tratando de explicar de una forma fácil y pragmática porque suceden las cosas y como deberíamos cambiar, para frenar el desastre según lo aprendido históricamente gracias a la Ciencia Política... Aspirante a disidente profesional, incluso displicente y apático a veces ante la perfección demostrada por los demás. Ausente de empatía con la mala educación y la incultura mediática premeditada como forma de ejercer el poder, ante la cual práctico la pedagogía inductiva, en vez de el convencimiento deductivo para llegar al meollo del asunto, que es simple y llanamente hacer que no nos demos cuenta de nuestra absoluta idiotez, mientras que la aceptamos con resignación.

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