
«No permitamos que la sociedad destruya la inocencia y la ingenuidad que solo se tienen en esa etapa de la vida, en la que cualquier cosa puede suceder…»
Fue un 5 de Enero… faltaban unas horas para cumplir los 12 y hacia tan solo unos cuantos días acababa de descubrir el secreto mas celosamente guardado en mi familia: los Reyes Magos… ¡ya no existían!
Lo que sentía en esos momentos era una mezcla de desilusión y madurez al mismo tiempo…¿Cómo iba a afrontar la mañana de Reyes, cuando saltáramos mis hermanos y yo como un resorte de nuestras camas, para abalanzarnos hacía el cuarto de estar y comprobar si aquello con lo que soñábamos estaba allí?…Estuve todo el día pensativa y hasta un poco cabizbaja…Me lo notaron en casa…”¡Será de la emoción de mañana!” decía la tata Bibiana… «No, es que es su cumpleaños tata y ya se siente mayor» aseguró mamá… Las dos tenían razón… De una cosa estaba segura: la magia se había esfumado…Y en ese momento tomé una solemne decisión: No permitiría que mis tres hermanos pequeños sufrieran, mientras yo pudiera, una decepción como la que yo sentí cuando lo descubrí…Así es que saqué todas mis dotes de actriz y mi no demasiado sentido pragmático y me dispuse a disfrutar de una Noche de Reyes inolvidable…
Aquel 5 de enero, después de cenar con los nervios a flor de pie, colocar nuestros brillantes zapatos bajo el árbol y marcharnos a regañadientes a la cama muy temprano…mis padres siguiendo la tradición se marcharon a “dar de comer a los camellos” de los Reyes Magos, para que pudieran llegar sanos y salvos a nuestra casa… No podía dormirme… Daba vueltas y vueltas en la cama maquinando que cara debía poner a la mañana siguiente: ¿sorprendida? ¿ilusionada? ¿agradecida? ¿decepcionada?…¿Por qué tenía que haberlo descubierto?… ¡Era tremendamente injusto y cruel!…
Ningún niño del mundo debería pasar por ese amargo trago… ¿Eso era hacerse mayor?…¡Yo no quería ser mayor!… Si alguna vez tuviera hijos guardaría el secreto celosamente para que disfrutaran tanto como yo lo hice durante mis casi 12 años de vida…¿Y si pensara en algo secreto que mis padres no supieran y mentalmente se lo pidiera a los Reyes Magos?…Tal vez no era verdad lo que me dijo mi amiga… Era imposible que papá y mamá tuvieran tanto dinero para comprarnos todo lo que habíamos pedido… ¡Siiii…eso podía ser una prueba!!… Suspiré aliviada… Aún había una posibilidad… Seguro que Lucía estaba equivocada… Y pensé… pensé… Siempre había soñado con tener un reloj de esos pequeñitos cuadrados, con números romanos y una preciosa correa de terciopelo negra… pero…¡era tan caro!…incluso para los Reyes Magos… Ni por asombro se me ocurrió incluirlo en mi carta, porque aún era demasiado pequeña para tenerlo… Tal vez el año que viene… «¡Bueno a lo mejor hay suerte y me lo traéis!,¿verdad?», suspiré con todas mis fuerzas… Por fin y agotada de tanto cavilar me quedé profundamente dormida…

«Mis padres siguiendo la tradición se marcharon a dar de comer a los camellos de los Reyes Magos, para que pudieran llegar sanos y salvos a nuestra casa»
“¡Vamos despierta dormilona que ya han llegado los Reyes!”, era mi hermana impaciente que me sacudía con fuerza el brazo… Pegué un salto y salí corriendo hacia el cuarto de estar…Ya estaban todos… Busqué con ansia ese cartelito de todos los años en el que se leía “Para Mercedes del Rey Melchor”…¡Y allí estaba! Junto a una estupenda pluma estilográfica azul marino, la consabida cartera para el colegio, libros muchos libros, una preciosa Mariquita Pérez…todo lo que había pedido… Estaba feliz pero me faltaba algo… Miré con ansiedad buscando la prueba de que la magia continuara… Tenía que estar…¡No la encontré!…
El corazón me latía con fuerza… Era inútil… no estaba allí… En nuestro cuarto de estar todo era alegría y emoción… Se me llenaron los ojos de lágrimas y sentí un gran vacío, una sensación de pérdida, como si una nueva etapa se hubiera abierto en mi vida… ¡Era verdad, los Reyes Magos ya no existían!… De pronto entre el lío de risas besos y abrazos se alzó la voz de papá llamándome: “¡A ver primogénita! (el siempre me llamaba así en plan cariñoso) que aquí han dejado algo por tu cumpleaños”…”Si yo no he pedido nada más papá, lo tengo todo”… ”Pues aquí hay un cartel que dice: para Mercedes de Melchor, Gaspar y Baltasar, para que siga teniendo fe en nosotros durante muchos años”… ¡No podía hablar!… Con manos temblorosas abrí el pequeño estuche que sostenía mi padre y el milagro ocurrió…
¡No me lo podía creer!…Un pequeño reloj cuadrado con los números romanos y una preciosa correa de terciopelo negro brillaba en su interior… Me abracé llorando de emoción a mi padre y no pude soltarme durante mucho rato… Era el regalo mas importante… ¡Había recuperado la magia y la ilusión para mí y para mis hermanos!…
Fue un cumpleaños que jamás olvidaré y la mejor Noche de Reyes que jamás he tenido os lo aseguro… Mantengamos mientras se pueda esa chispa de ilusión y magia en nuestros niños…No permitamos que la sociedad destruya la inocencia y la ingenuidad que solo se tienen en esa etapa de la vida, en la que cualquier cosa puede suceder… Y a día de hoy yo sigo creyendo en los Reyes Magos con la misma ilusión que aquel 6 de Enero, en el que conseguí que el secreto mejor guardado de mi familia siguiera oculto…
¡FELIZ NOCHE DE REYES!
Magnífico artículo, Dª Mercedes. Me hizo «rejuvenecer» sesenta años al menos.
Felices Reyes.