¡MUY BUENOS DÍAS!
Jueves y ya sabéis que cuento con la colaboración de José Antonio Marín Ayala. Hoy os traigo una obra de pintura de un artista vocacional, porque su profesión es la de bombero; si no me equivoco, actualmente continúa trabajando en el Parque de Bomberos de Villaviciosa de Odón (Madrid).
Contaros que realizó una exposición en el Museo del Fuego y de los bomberos de Zaragoza, titulada “Pinceladas”, en las que se mostraban inquietudes, actitudes y aspectos para muchos desconocidos de la labor que ejercen los bomberos. De entre las obras que he podido ver, hemos escogido la que veréis a continuación.
Ya sabéis: En primer lugar, leeréis a José Antonio y después a Mila. Tengo que decir algo ¡Cómo no! Después de recibir el escrito de José, he decidido debido a la extensión y a la importancia de lo que cuenta, escribir unas mínimas letras. El protagonismo se lo dejo a él con sus palabras y a la increíble labor que realizan los bomberos.
Elías Barragán Sánchez. España. Bombero de profesión desde hace 25 años y como vocación, pintura.

“Entrando a fuego” Por José Antonio Marín Ayala
Un sonido estridente te hace saltar del asiento como un resorte;
es la sirena del parque que anuncia salida por incendio de vivienda.
con rapidez coges el equipo personal que llevas en tu petate
y subes al camión de un salto pensando en esta nueva contienda.
Incendio en una casa habitada, la calle y el número
son los escasos datos que alguien al servicio de llamadas ha dado.
Serios como un diestro cuando sale al ruedo
vas en el vehículo con el resto de los bomberos,
con la ansiedad de conocer más detalles
del nuevo siniestro con que os han regalado.
El tiempo pasa para los de la casa muy despacio,
pero para vosotros corre veloz, todo lo contrario.
lo que más te disgusta es la incertidumbre de lo que te vas a encontrar,
acaso la desdicha que en breves momentos otros van a protagonizar.
Por fin llegáis y ahí estás de nuevo, cara cara frente a él, una vez más;
el fuego, el más voraz de los cuatro elementos de la antigüedad.
Domesticado y dócil en la cocina de nuestro hogar
se vuelve despiadado cuando encuentra el combustible que devorar.
Tienes experiencia y una buena academia de formación,
pero eso no te exime de que actúes con precaución.
No vas a hacer frente al fuego a pecho descubierto,
llevas para tal menester un corpulento chaquetón,
y tus piernas también van protegidas con un grueso cubrepantalón.
Y para bucear en el humo tóxico, caliente y oscuro,
te vales de un equipo de respiración
formado por la botella, la máscara y el pulmo.
La cabeza y cara llevas ocultas por un ignífugo verdugo
bajo la protección que te ofrece el sólido casco ante el golpe inoportuno.
Te protegen las manos unos guantes de intervención con acierto.
Y los pies unas botas ignífugas con suela y puntera en acero.
Y te acompaña un dispositivo llamado hombre muerto,
que avisará que algo grave le ha sucedido a tu compañero.
Ahora vas a moverte por esa oscuridad, negra como la pez.
Para ello te vales de la cámara térmica que te permitirá ver
dónde está latente la llama de tu fatal enemigo
e intentar arrebatar de sus garras a algún desdichado cautivo.
Fuera están tus compañeros confiando en tu destreza.
Te comunicas con ellos e informas por tu portátil lo que acontezca.
Dos bomberos están dispuestos a penetrar si sufres algún imprevisto.
En tu walkie llevas un botón de alarma para que entre en tu auxilio el equipo.
Ahora estás dentro del local aislado de esa atmósfera mortal,
pero sabes que hay riesgos que nunca podrás del todo controlar,
como el derrumbe de la techumbre de la carpintería que sepultó a Daniel;
o la llamarada en la discoteca que se llevó por delante las vidas de Tomás y Gabriel.
La instalación con mangueras de agua que tus compañeros acaban de montar
Es la que mediante una lanzade regulación automático de caudal
Vas a emplear para derrotar a tu enemigo mortal.
Y es también la que te servirá de vía de escape al exterior en caso de necesidad.
Te han instruido para rastrear por las estancias
inundadas de humo como un ciego lo haría,
palpando y reconociendo los objetos que sin él fácilmente verías;
prestando también a la víctima el socorro que de ti esperaría
siguiendo el rastro por las huellas que en las paredes su calor corporal dejaría.
Combatirás el fuego a golpe de agua, pero sabes que no te debes precipitar,
como en cambio si lo haría un principiante que al cuerpo acabara de arribar.
Sabes que lo primero es determinar si hay alguien en peligro a quien rescatar.
Luego localizar el fuego, a continuación, aislarlo y por último apagar.
Tienes que ponderar con ese equipo de protección personal tan hermético tus esfuerzos
para evitar el temible golpe de calor que podría dar con tus huesos por los suelos,
o precipitarte al vacío como al desafortunado David le ocurrió
durante aquel terrible incendio cuya evolución no controló.
Si todo sale bien habrás conseguido del siniestro sus daños minimizar
y habrás perdido unos cuantos kilos de peso que luego en el parque recuperarás.
Te llevará un par de horas más volver a la normalidad,
cuando hayas llenado las botellas de aire y repuesto del camión el material.
Y tras la ducha, el hollín que en tus poros se ha de depositar
será el asesino silencioso que con los años aparecerá.
Comentarás con los de la guardia de ese incendio su peculiaridad
y entre bromas y risas la tragedia otra vez se volverá a fraguar
para que otros puedan de nuevo volverte a activar.
“Entrando a fuego” Por Mila Soyyo
Hombres que no son de papel,
hombres que si el fuego les llega,
échate a un lado, ellos harán por volver.
Hombres que el humo los ciega,
Su mente abierta han de tener,
el apoyo es necesario, no te ahogues
familia espera tras ese muro, esa pared.
Y cada pincelada, el artista enseña
lo que José Antonio nos cuenta,
lo viven en su piel, son esos hombres,
saben lo que van a hacer.
Y solo me queda tras esa humareda,
aplaudir el valor, sin poner más letras,
Porque hoy el héroe eres tú…
Amigo, cuya profesión es bombero
¡Gracias! José Antonio Marín Ayala.
¡Que paséis un fantástico jueves!
MMB