
«Aún no es tarde… de parar la indiferencia y que la guerra ominosa de Putin en la distancia, siquiera un poco, toque la fibra sensible del corazón»
Diez mil hombres se calcula que perdió ya Rusia
en la guerra emprendida contra la pacífica Ucrania.
Calculen, pues, ustedes, a cuántas familias,
con su guerra absurda, hace llegar, Putin, la desgracia.
Añádanle, a ello, a todos los osados pacifistas
que ha hecho enchironar apenas se manifestaban
y tratándolos como a auténticos terroristas,
en un país donde agoniza ya la democracia:
Putin tiene la nación sometida a una creciente tiranía
en la que, a quien rechista, le aguarda una somanta
y un ‘enchironamiento’ acaso de por vida.
Mientras, en la triste y paupérrima Cuba ‘postcastrista’
condenan por sedición a una juventud sin esperanza
que reclama, en su protesta airada, LIBERTAD y VIDA,
las cuales, de antemano, dan casi ya por perdidas:
De nuevo, Rusia y Cuba delatan su dramática semejanza
y, con su despotismo de Estado, ilustran su tiránica política.
Ante un panorama, pues, a tal punto desalentador,
¿de qué mierdas nos sirve nuestra libertad y democracia:
para dejar fenecer, en soledad, a una asolada Ucrania,
sin que le alcance auxilio de ningún país en derredor?
Entiendo que seguimos esperando nos caiga algún bombazo por error
para decidir que nos atañe tan pavorosa matanza
y que nos toca, la guerra ominosa de Putin en la distancia,
siquiera un poco, la fibra sensible del corazón.
¡Ojalá, entonces, nos alcance ese ERROR ya sin tardanza,
siquiera para subsanar un error aún MAYOR:
la tremenda, punzante y sangrante INDIFERENCIA
que AL MUNDO LIBRE TODO YA ALCANZA!
¡Ese será el párrafo de la historia que nuestra descendencia
deplorará leer con horror, vergüenza… y amargo dolor!
Aún no es tarde… si hay VALOR y AMOR!