Bienaventurados los niños que aún no aprendieron a odiar. Por Guirong Fu

Bienaventurados los niños…

«Hay días terribles en que uno siente amargor. Bienaventurados los niños, porque nada saben del desprecio y aún no aprendieron a odiar»

¿Quién, a las puertas

del 2000, habría pensado

que el siglo XXI pudiera

llegar a ser tan trágico?

Cierto que la ciencia ‘avanza

que es una barbaridad’;

pero infinito más avanza,

sobre la tierra, El Mal!

Y, El Mal, por desgracia,

tiene tantas caras

que, doquiera que miremos,

lo veremos asomar:

Todo conflicto bélico

es una gran tragedia humana.

Pero también puede serlo…

‘una simple enfermedad’.

 

Se diría, a menudo,

que el universo todo

conspira, de continuo,

contra nosotros:

no hay década,

ni siquiera hay lustro

que no acabe por despertar

algún monstruo

que vierta sangre

y desparrame humano estiércol

sobre el trémulo presente

y el futuro más incierto.

porque nada saben del desprecio…

 

Pareciera que, cuando el hombre

se cansa de ser libre,

aun la bota del pie

que su propia cabeza oprime

acepta mansamente y sin rechistar.

Ocasión propicia para que extienda

su atroz imperio… El Mal!

 

(Hay días terribles en que uno

siente amargor… y hasta pereza

de ser humano; de no ser más

que un pobre y simple mortal.

… y aún no aprendieron a odiar.

 

Dolorosos, lacerantes días

en que se ‘atenúan’ las personas…

y ‘fulguran’ las bestias;

por cuanto uno no percibe

en sí mismo -y en los demás-

sino al mismísimo ‘animal’.

Bienaventurados los niños,

porque nada saben del desprecio

y aún no aprendieron a odiar.)

guirong fu

Tengo 60 tacos; es decir, una linda juventud... prolongada.
Catalán y ESPAÑOL de Barcelona, en donde ahora vivo feliz,
pues, TENIENDO SALUD, no me falta de nada.
Guirong Fu, en Twitter, decidí hacerme llamar;
y todos saben que es Nietzsche quien puse en mi avatar.
No hay en mí afán de ocultamiento,
pero va con mi talante el anonimato.
De otra suerte, aunque les pusiera mi retrato,
no habrían de reconocerme ustedes un pimiento.
Den todos por bien seguro, sin embargo,
que, siempre que se trate de defender MI DIGNIDAD
y EL HONOR de quienes me honran con su amistad,
no habré de ocultar de mí ni un solo dato.
¿Mis intereses? Los mismos que siempre tuve:
El humanismo, la buena literatura y el ámbito entero de la psicología.
Y aunque en la política no siempre demasiado me entretuve,
los años me han llevado a querer tomarle la medida:
Me duele su arbitrariedad, su falta de sentido común, sus dislates.
Su ambición soez, su arrogancia, su desvergüenza, su hipocresía.
Me indigna que me deslumbre con sus lindos 'escaparates'
y que cuando entramos a 'comprar' no nos dé más que porquería.

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