
«Meter en un mismo saco a los hombres demuestra la poca conexión con la realidad que tienen muchas hembras que viven de la política feminista»
Parece que está de moda poner a los hombres a caer de un burro por parte de las mujeres. Todo esto me parece muy bien, aunque no creo que todos los hombres sean tan malos con las hembras que merezcan un trato despectivo. Como en todo, en la vida hay hombres violentos y hombres mansos, los hay estúpidos y amables, los hay agresivos y los hay tranquilos. Meter en un mismo saco a todos los hombres, no es útil, ni siquiera realista, lo que demuestra la poca conexión con la realidad que tienen muchas hembras que viven de la política feminista.
Otro asunto es que a los hombres los eduquen, incluso sus propias madres, para defenderse de otros seres humanos, tanto hembras, como machos. Tan agresivas pueden ser las hembras humanas, como los machos y de hecho lo son. Que se dé una mayor incidencia de la violencia masculina está ligado al hecho de que los machos son más fuertes y están diseñados de manera menos sociable, están hechos para salir a cazar solos o en grupo y las conversaciones no pueden ser nexo de unión si no quieren arruinar la caza. Por el contrario el grupo de hembras, que tradicionalmente cuida de la prole, es más social pues se necesitan unas a otras para sacar adelante a los hijos.
Lo normal, en una sociedad de un determinado nivel cultural de educación es que las relaciones sean bastante uniformes y estables y solo en casos de diferencias culturales e intelectivas grandes, puede producirse violencia del individuo macho hacia la hembra. Luego hay también otros factores como la neotenia de algunos individuos, sobre todo hembras, incitan a los machos a protegerlas por considerar que están indefensas. Esta protección probablemente ya no sea necesaria hoy en día de manera universal, pero claro, este comportamiento está arraigado en los cerebros de los hombres.
Las sociedades modernas, contemporáneas, han expuesto la no necesidad de defender a la hembra que tiene o puede tener incluso más recursos que los machos para defenderse. Esto pone patas arriba lo que estos machos consideraban normal después de salir de la infancia en que los cuidaron sus madres. Esta forma de ser no es buena ni mala, simplemente es así, porque desde siempre ha sido así. Lo que está ocurriendo en la actualidad es que tanto machos como hembras han llegado a la igualdad en las posibilidades de defensa y mantenimiento propios y esto ha causado una revolución en las relaciones entre estos dos tipos de individuos, biológicamente XX y XY, que deberían según su genética seguir actuando de la manera seleccionada por la misma selección natural y no como ocurre ahora en que la selección natural no ocurre casi nunca salvo situaciones ocasionales.
Resumiendo tenemos dos grupos de humanos, las hembra y los machos y deben entenderse y copular para que haya continuidad de la especie, pero la racionalidad excesiva, plantea problemas al margen de las necesidades biológicas y está condenando a los seres humanos a la excesiva desestructuración, incluso en el ámbito de las relaciones puramente sociales y amorosas y de esta manera la pirámide natural de jefatura ya no se construye por la fuerza, sino por la capacidad de razonar, dado que ningún ser humano depende de otros en lo relativo a la inteligencia, el abastecimiento y la protección.
No sé si me he explicado bien, pero así lo veo yo. Estas son las razones por las que parece que está de moda poner a los hombres a caer de un burro por parte de las mujeres. Esto me parece muy bien, aunque no creo que todos los hombres sean tan malos con las hembras y merezcan un trato despectivo igualitario. Como en todo, en la vida hay hombres violentos y hombres mansos, los hay estúpidos y amables, los hay agresivos y los hay tranquilos. Meter en un mismo saco a todos los hombres, no es útil, ni siquiera realista, es más bien fuente de nuevos conflictos absolutamente innecesarios, lo que demuestra la poca conexión con la realidad que tienen muchas hembras.