
«Lástima que el eco de la voz Frank Sinatra, el olor del vaso de Dean Martin o el scat risueño de Ella Fitzgerald se apagaron para siempre»
Muchos jóvenes no tendrán ni idea de quién era, lo más probable es que encuentren sus melodías insoportablemente anticuadas. Siempre funcionó por la regla del mínimo esfuerzo, era un granuja que caía simpático, como Cary Grant parece que nació con el smoking puesto, tenía la rara elegancia de los elegidos. Su aportación ha quedado a menudo en un segundo plano o subvalorada quizás por el propio peso del personaje y esa imagen de ligereza que desprendía.
Un hombre de gran carisma, un galán pícaro, elegante, mujeriego, juerguista y un seductor de personalidad arrolladora al que no se le conocieron enemigos. Quizás fue el único amigo de Marilyn Monroe que no abusó de ella. Hubo un tiempo en que se cantaba así, aunque hace ya tiempo que las grandes voces del jazz desaparecieron de las radios populares, los shows televisivos, las mieles de Hollywood o los excesos de Las Vegas.
El eco de la voz Frank Sinatra, el olor del vaso de Dean Martin o el scat risueño de Ella Fitzgerald se apagaron para siempre, por eso es bueno recuperarlas de vez en cuando.
Dino Paul Crocetti hijo de inmigrantes italianos, más conocido por Dean Martín poseía una voz tan prodigiosa que le permitía interpretar tanto música country, como baladas, melodías italianas, canciones navideñas o grandes temas clásicos de los más variado. Con casi 50 años desbancó del número uno de ventas a los Beatles con “Everybody loves somebody sometimes” . Paradojas de la vida, el hombre cuya música sonaba alegre para las fiestas navideñas en los hogares de todo el mundo, nos dijo adiós un 25 de diciembre de 1995. Tenía 78 años. Mi crooner favorito.