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El pasado domingo recogía en mi “buena noticia” un pensamiento premonitorio que, finalmente, se ha cumplido: Otra vez elecciones.
Hay momentos en todos los partidos, en los que descabalgar al líder no solo es una opción legítima, sino un deber de salud democrática.
El y solo él, decide lo que conviene y no conviene a España y a su partido. Es la exaltación de su narcisismo a la máxima potencia.
En el Ala Oeste de Moncloa Sánchez deja claro que no quiere nada con los de su banda. – No hay que despistar al pueblo. ¡A mí me votan!
La crisis del fresón de Huelva parece mas bien otro burdo movimiento orquestado por aquellos que le han dado oxigeno, es decir; el PSOE.
Lunes, comienzo de semana y os muestro una obra digna de mención. La duquesa fea del pintor flamenco Quinten Massys.