
«Felicito a todos lo políticos honestos, trabajadores y consecuentes que afortunadamente los hay y muchos, aunque no hagan ruido…»
Si se leen las principales biografías sobre Moro, desde la primera escrita por su yerno, William Roper, hasta las publicadas por los investigadores contemporáneos, una de las cosas que más llaman la atención de este político invulnerable al soborno no es únicamente la fidelidad a sus convicciones, sino su profunda honestidad y su extraordinario sentido de la lealtad, una cualidad que le permitió sostener, antes de ser condenado por traición, que jamás había hablado, ni en público ni en privado, sobre el polémico matrimonio de Enrique VIII con Ana Bolena.
La vida y la obra de Moro nos recuerdan hoy, ante el desprestigio de las instituciones y los representantes públicos, que el crédito y el respeto en política depende sobre todo de la integridad y la altura de miras de quienes la ejercen.