Las losetas del piso y los hermosos azulejos de la cocina y del baño se los había cambiado a una anciana de un solar en La Habana Vieja por una compra de comida para dos semanas
A pesar de la histórica visita de Obama, y quizás por ese gran motivo, los Castro detuvieron a 50 Damas de Blanco y en los tres días posteriores al encuentro diplomático murieron nueve personas intentando escapar a EEUU desde el paraíso caribeño de los comunistas. Y aquí la izquierda rampante española recordó en los redes sociales para aprovechar el momento histórico de la visita familiar de la Casa Blanca a La Habana que el joven español Ángel Carromero, ya casi nadie habla de él, es un condenado por el homicidio del mas importante opositor cubano Oswaldo Payá que en Paz descanse
Secuelas del Socialismo del Siglo XX aplicado en Cuba castrista por 56 años. Foto de Yusnaby Pérez
Durante veintitantos años he estado volando a Cuba, en donde hice amigos que, como dice una canción «hartos de ya estar hartos», necesitaban contarnos como era su día a día a mí y a otros compañeros de la tripulación, de los que estaban convencidos no íbamos a denunciarles ante las autoridades castristas. Así, me hicieron partícipe, en no pocas ocasiones, de la realidad comunista en Cuba.
El otro día, al escuchar la pretensión de la alcaldesa de Madrid de instaurar la figura de un supuesto «supervisor de distrito», o algo similar, me vino muy vivamente a la cabeza una inolvidable experiencia personal en La Habana.
En Cuba están plenamente vigentes los Comités de Defensa de la Revolución (los CDR). Los hay de distrito, de barriada, y de edificio. Son los encargados de comunicar a la policía todo lo que ocurre en su zona de control: con quien te reúnes; de qué habla la gente; si te visita algún extranjero, qué cosas te cuenta, si te llevan algún regalo, etc. Para estos comisarios políticos (soviets) NO se pueden mantener las puertas de una casa cerradas.
La genial Alicia Alonso, la fundadora del Conservatorio de Música de La Habana en su casa de Cuba castrista
En cierta ocasión, a través de la gran bailarina, Alicia Alonso, con la que había coincidido en varias ocasiones en el mismo vuelo a Cuba, fui invitada, junto a tres compañeros más a visitar, en su casa, a la que había sido la fundadora del Conservatorio de Música de La Habana; una gran señora, a la que nunca podré olvidar.
Aquello, ni era una casa ni nada habitable. Era una gran estancia desnuda, de paredes muy sucias, sin un solo cuadro, sin cristales en la mayoría de las ventanas, sin un sólo mueble salvo cuatro sillas desvencijadas, con lo que alguno de nosotros hubo de permanecer de pie, y un gran piano solitario en el centro de la sala que proclamaba el esplendor que algún día, ya lejano, lució.
No viene, hoy, al caso relatar la heroica historia de la Señora que salvó aquel piano de la expropiación el mismo día que vaciaron, sin piedad, todos los muebles y utensilios de su casa. La gran señora que era la anfitriona se lamentaba, con lágrimas en los ojos, por no tener ni un triste refresco con que obsequiarnos. A todas éstas, se presenta en nuestra amistosa reunión un individuo, que ni saludó, pero exigió que algún vecino le trajera una silla.
Rihana recrea el esplendor perdido en La Habana de Cuba castrista
Se sentó a unos metros de nosotros a escuchar lo que hablábamos. Ante mi sorpresa, pregunté a la hija de la anfitriona que estaba de pie a mi lado, Marta Egusquiza, quién era este «señor».
Antes de que pudiera contestarme, le tomó la palabra su madre, y , sin el menor temor y con evidente desprecio hacia el recién llegado, me contestó: es el CDR, explicándome, a continuación, cómo era el funcionamiento de ese sistema soviético (que no chavista) de control de la ciudadanía. El intruso permaneció impasible, como si fuera de escayola. Al ver, ella, mi cara de preocupación por su valentía, nos dijo bien alto: No te preocupes por mí, ya soy muy vieja; ya no tienen nada que quitarme; no sólo me han vaciado la casa, me han vaciado la vida.
Así que ya sabéis por donde van los tiros de la Señora Carmena, que, entre ocurrencia y ocurrencia, nos impone una de estas.
Carmena, esta aparentemente inocua abuelita al-qaldesa, sigue con la martingala de hacer de Madrid su Habana particular. Todo lo que se le ocurre implantar, como ideas renovadoras y de progreso, que tiene miga la cosa, son imitaciones de las muy rancias fórmulas comunistas cubanas. Recordemos la reciente idea que tuvo de los supervisores/comisarios políticos de distrito (vamos, los CDR cubanos), que quiso poner en junio pasado. O las mamás, haciendo “trabajo social”, limpiando los colegios de sus niños, mientras éstos, a su vez, recogerían colillas de los suelos de Madrid. De haberlo llevado a cabo, nuestros pequeños habrían sido muy similares a los niños pioneros de Cuba (semillero infantil de futuros herederos de la fracasada revolución comunista cubana).
Lo peor es que, en ella, toda ocurrencia, por disparatada que sea, se justifica, jocosamente, como una “carmenada” más, que no tiene otro recorrido que el de una inocente degustación de magdalenas caseras; craso error.
Su última idea estrella es promover su propia emisora de radio. Oye, ¡qué casualidad!, igualito que Chávez, Maduro, los Castro y todo dictador que se precie.
Su obsesión por imitar a la dictadura castrista me evoca, inevitablemente, algunas vivencias en Cuba. Y, así, se me asocia a la memoria que allí no había más emisora que “Radio Reloj”, ni más televisión que Tele Rebelde. Resultaba menos tedioso escuchar el grifo de la ducha del hotel que a estas inagotables fuentes de adoctrinamiento, que te machacaban las meninges, relatando tooooodo el santo día los “logros de la revolución” y las innumerables razones por las que los cubanos tenían que adorar al gran libertador, el Comandante en Jefe Fidel Castro Rus.
Por ejemplo, debían aplaudir el que, en un pésimo momento de escasez de comida por el que atravesaba el pueblo cubano, el gobierno les hubiera facilitado una larga lista de flores y plantas comestibles conque paliar el hambre; no es broma. Y, por supuesto, mucho más saludables que un mísero filete de vaca, ¡dónde va a parar! Los arengaban, con el cuajo del que sólo son capaces los comunistas, diciéndoles que su resistencia heroica al hambre, provocado- faltaría más- por el “bloqueo” de EEUU, iba a demostrarles a “esos invasores imperialistas” que “no les tenían ningún miedo”, repetido una, y otra, y otra vez, por un engolado locutor que terminaba, henchido de falsa emoción, con un “ ¡¡Patria o Muerte, Venceremos!! “.
Comunismo aplicado a Cuba por 58 años consecutivos y apoyado por la izquierda antiimperialista latinoamericana
Al hablar de algunas de las carencias del pueblo cubano, me voy a permitir retrotraerme a una situación que relaté aquí sobre la inolvidable visita que hice, junto a otros compañeros, a la casa de la fundadora del Conservatorio de Música de La Habana. Nuestra anfitriona, apenada por no poder ofrecernos ni un mísero refresco, quiso contarnos lo que ella, con mucha carga de ironía, dijo que era un chiste muy popular: “Venía un huevo frito, corriendo despavorido, huyendo de una turba hambrienta, cuando al volver una esquina se encuentra, recostado chulamente, a un coqueto filete. El huevo, alarmado al verlo tan tranquilo, va y le dice: “¿qué haces aquí parado?, corre insensato que estos que me persiguen, en cuanto te vean, te van a devorar”. El filete le contesta, burlón: “corre tú y no te preocupes, que a mí…… ni siquiera me conocen”. Ninguno de nosotros fue capaz de esbozar ni un rictus de sonrisa ante aquella dolida mujer, que ya llevaba más de seis meses sin recibir el pollo mensual que tenía asignado por ser diabética. Y que sus nietos de 7 y 9 años, allí presentes, habían crecido sin haber podido tomar un solo vaso de leche fresca.
La famosa Rihanna se fotografió en La Habana para la revista Vanity Fair
En relación con estas carencias, y en contraposición, relato una anécdota que se dio en aquel vuelo de Iberia. Regresaban de La Habana, invitados por el gobierno cubano, algunos conocidos cantantes y “cantantas” progresistas españoles, integrados, más tarde, en el no menos progresista club de la ceja. Venían envueltos en un ridículo aura de romanticismo progre y babeante; tanto, que no paraban de alabar, en voz alta y entre ellos, las bondades de su mítico referente cubano. _ ¡Manda bemoles!_ me dije por lo bajinis. Entonces, yo, ejerciendo la faceta de relaciones públicas que daba mi profesión, me permití la intromisión diciendo, así como tontamente: “…….bueno, es que en la Marina Hemingway se vive de forma muy distinta al resto de la isla”. Entonces, con un premonitorio arqueo de ceja, me pregunta uno de ellos: ¿Es que a vosotros también os alojan allí? “¡Noooo, qué va!, contesté, ese exclusivo lugar está reservado sólo para los invitados del gobierno; es todo un privilegio”. Y ¿cómo sabes que hemos estado allí?, sigue el artista. Pues…… porque no es ningún secreto para ningún cubano que la Marina es un pequeño reducto de una abundancia absolutamente desconocida en el resto del país.
Secuelas del Socialismo del Siglo XX aplicado en Cuba por 56 años. Foto de Yusnaby Pértez
Aprovechando el aparente desconcierto que les produjo mi respuesta, les digo de seguido: “Seguro que os habéis encontrado por allí con alguno de los graciosos desfiles de niños pioneritos, luciendo orgullosos su impecable pañuelito rojo al cuello, y tan bien uniformados ellos como mal alimentados ¡Qué pena, ¿verdad?!…….. _ ¡Bah, venga!, que estoy de broma_, esos niños no saben ni que existe en su país un lugar como la Marina Hemingway”. _¡Qué mala leche!_, me soltó una de las famosas pasajeras. Pero yo continué en modo tontita y, sin darme por aludida, le dije bajito: “ni mala leche ni buena; no hay leche para ellos”. Me apresuré a decirles: “disculpadme, luego seguimos, que ahora tengo que trabajar”. Ya no me volvieron a dirigir la palabra durante todo el vuelo ni para pedirme un vaso de agua. Me quedé, no obstante, con ganas de preguntarles si ellos también tuvieron que hacer la larga y lentísima cola, como todos los cubanos, para acceder a un delicioso helado en Coppelia. ¡Claro que no! Los cubanos sufrían la humillación de saberse ciudadanos de segunda, porque les era obligado ceder su turno a los extranjeros, tanto en Coppelia como en cualquier restaurante al que se les permitiera entrar. Por aquel tiempo, tampoco se les permitía entrar en los hoteles, ni en las “diplotiendas”, pequeños supermercados mal abastecidos, en donde sólo se podía pagar en dólares, y a los cubanos les estaba prohibido tenerlos. ¿Cabe mayor humillación?
Secuelas del Socialismo del Siglo XX aplicado en #Cuba por 56 años. Foto de Yusnaby Pértez
¿Es este modelo innovador y progresista el que quiere Carmena para Madrid, micrófono en ristre? Ojo con esta banda, que no dan puntada sin hilo.
Democracia, Libertad y Verdad son al comunismo lo que la virginidad a María Martillo.
Gestionar el consentimiento de las cookies
Utilizamos cookies para optimizar nuestro sitio web y nuestro servicio.
Funcional
Siempre activo
El almacenamiento o acceso técnico es estrictamente necesario para el propósito legítimo de permitir el uso de un servicio específico explícitamente solicitado por el abonado o usuario, o con el único propósito de llevar a cabo la transmisión de una comunicación a través de una red de comunicaciones electrónicas.
Preferencias
El almacenamiento o acceso técnico es necesario para la finalidad legítima de almacenar preferencias no solicitadas por el abonado o usuario.
Estadísticas
El almacenamiento o acceso técnico que es utilizado exclusivamente con fines estadísticos.El almacenamiento o acceso técnico que se utiliza exclusivamente con fines estadísticos anónimos. Sin un requerimiento, el cumplimiento voluntario por parte de tu Proveedor de servicios de Internet, o los registros adicionales de un tercero, la información almacenada o recuperada sólo para este propósito no se puede utilizar para identificarte.
Marketing
El almacenamiento o acceso técnico es necesario para crear perfiles de usuario para enviar publicidad, o para rastrear al usuario en una web o en varias web con fines de marketing similares.