Me confieso mitómano y amante de la arquitectura que permite pergeñar el sentimiento de felicidad a los seres humanos que la habitan. De los decorados y de los buenos guiones que me hacen llorar. De las historias. Y por eso ayer a la noche, los informativos de todas las cadenas de televisión me volvieron a defraudar.
La reina Letizia y la perversión del lenguaje: Entre la Poesía y la Realidad de las líneas rojas de la neolengua
