Tengo la suerte y también la desgracia, ya se sabe que nunca hay blancos ni negros perfectos sino una infinita y rica gama de grises, de vivir en el Barrio de las Letras. Antes de la semi peatonalización y las mejoras urbanísticas ya realizadas, los vecinos apenas si podíamos dormir en las noches de los fines de semana. Miles de madrileños llegaban en sus coches a la calle León, del Prado o Lope de Vega, y entre la una y las tres de la madrugada, quedaban atascados, y los conductores, algunos borrachos, la mayoría mal educados, se ponían a tocar el cláxon. Era un caos que desapareció. Pero hoy, el caos, y a pesar de las mejoras, nos visita todas las mañanas, entre las nueve y las doce o la una, porque muchos profesionales del transporte no madrugan. Cientos de camiones, furgonetas y todo tipo de vehículos de carga, toman las calles al asalto y un gran número de días el barrio queda colapsado.
Se da la paradoja que los camiones pesados rompen el caro adoquinado del pavimento que ha costeado el Ayuntamienmto, pero como grandes que son, imponen su ley, aparcan en el medio de la calzada, o donde pueden, y muchos días, salir del barrio en coche, puede resultar una aventura perdida de antemano, en la que hay que consumir entre quince y treinta minutos. Es una situación injusta y peligrosa: Cualquier mañana algún vecino morirá en una ambulancia que no pueda circular o los bomberos no podrán entrar por estas calles estrechas y mafioseadas por el transporte todas las mañanas del año, salvo festivos, y no sólo de ocho a once, como dice la Ley.


Es una situación real que la Policía Municipal ignora o ante la que mira para otro lado. ¿Qué sería de los comerciantes del barrio si sus proveedores no recargan sus alacenas? Y ellos son los poderosos, los ricos e influyentes, mientras que los vecinos hemos quedado relegados a siervos de la gleba, que es lo que significa hoy en día no tener sitio para aparcar.
El parecido histórico con el bosque de Sherwood me viene al pelo, porque además, la Policía Municipal no permite que los vecinos aparquemos más allá de las ocho de la mañana en los reservados para los transportistas, y aunque entre las ocho y las ocho y media no haya camiones, multa con sanciones de 180 euros a los vecinos que osen retrasarse un rato. Son como aquellos barones normandos asentados en el condado de Nottingham encabezados por el noble sir Guy de Gisbourne que cada mes, asediaban con sus impuestos a los habitantes de Sherwood, aunque estos no tuvieran para comer.
Aquí, en el Barrio de las Letras, mientras tanto, los vecinos deberemos asumir el pagar más de esas tres multas anuales que a los automovilistas madrileños nos tocará sufrir en el 2.010, según informa la última revista de la AEA (Automovilistas Europeos Asociados) en la que se asegura que, en el año que está apunto de entrar, el Ayuntamiento de Madrid tiene previsto formular 4.500.000 de denuncias por infracciones al Servicio de Estacionamiento Regulado (SER). Una masificación que tiene que ver mas con el espíritu recaudatorio que con otra noble o justa causa.
Y para reparar tamaña injusticia acabo de conocer que los comerciantes planean controlar el cien por el cien de los aparcamientos que el ayuntamiento proyecta construir con la remodelación del Prado… Por los políticos, no se preocupen, que ya tienen su obra y su presupuesto ajustado. También el auto permiso que se han dado para cerrar la carrera de San Jerónimo durante más de un año.
Basicamente Carga y Descarga es eso que comentas, te cargas de paciencia y necesitas descargarte después escribiendo en tú Blog… «Quo usque tandem abutere, Gallardonius, patientia nostra”.