Desde la muerte de Orlando Zapata no cesa la polémica y sucesivas olas de indignación crecen a golpe de telediario y tertulias. Su valentía callada y las consecuencias trágicas de la protesta de 85 días de huelga de hambre que realizó para reclamar sus derechos como preso político, han provocado tal galerna de opiniones, y batallas de palabras, que colocan su, hasta ahora anónimo retrato, en el retablo de los mártires del «edén de los Castro».
Hoy me desayuno con una estupenda opinión de Rosa Montero titulada «Imperdonable». Acaba así: «Ya se han acabado las excusas: justificar o disculpar hoy el castrismo es como justificar o disculpar el fascismo. Una indecencia imperdonable.» Y recuerdo a algunos de mi amigos y amigas que, a pesar de todo incluso la razón, siempre encuentran el momento y la ocasión para alabar al actual régimen cubano. Recuerdo también a Vicente Botín que escribió «Los funerales de Castro» allí en la isla y alguna vez me ha comentado que sintió vértigo por el «espionaje marxista» que le seguía los pies.
Hace tan solo unos días, al comienzo de este oleaje político y mediático, yo le decía a una antigua compañera periodista y amiga que no quería escribir sobre la actualidad, pero las declaraciones del actor Willy Toledo me lanzan al Ruedo, porque leo y escucho toda clase de opiniones a su rebufo, y en esta «espuma de los días» que dijo Boris Vian, en este marasmo ideológico, compruebo que nadie ha dado con una de las claves de la osadía mediática del actor: Willy Toledo no ha hecho nada más que interpretar un papel escrito en el editorial del diario Gramma Véanlo. Se atiene al guión. Dice lo que han escrito los capos marxistas cubanos para esa película, que todos pagamos con nuestro tiempo y desvelos, titulada «Actualidad Política». Lo que no tengo tiempo ni interés por investigar es cuánto cobra de caché por el «papel». Quizás lo haga por amor. Cuantas razones y que poca razón.