Me hacen gracia las razones y argumentos de los «enemigos» en esta lucha por la calle que ha comenzado en Valencia, y a la vez comienzo a sentir lástima por esos estudiantes que unos y otros han utilizado y manipulado «por intereses superiores» descritos en los manuales de agitación política y ciudadana.
Así, tenemos que hay denuncias de infiltrados de los dos bandos de esta primera batalla. Tanto policías de paisano, por un lado, como «profesionales» del «quemar la calle» , por otro, que se habrían infiltrado en la manifestación infantil de los estudiantes del Luis Vives, la semana pasada en protesta por la falta de calefacción, para así calentar el ambiente. Unos para justificar las acciones de la policía y otros para iniciar la toma de las calles y su Bastilla particular. Y es lo normal. Nada es lo que parece cuando se mueve ficha en el tablero de los intereses políticos.
Los datos nos dicen que la mayoría de los detenidos el lunes por la policía no son estudiantes del Instituto Público valenciano, que el comisario en boca de todos fue designado por Rubalcaba, y descubrimos hoy que la página web que alimenta el movimiento #primaveravalenciana tiene la misma IP que la del partido político «Coalició Compromís». La manipulación es un arte aunque nos duela.
Y es que, aunque hay demasiadas informaciones y comportamientos que indican que la revuelta popular no es otra cosa que agitación política de los que han perdido en las urnas en las últimas elecciones, un sinfín de amplificadores sociales imprimen y amplifican palabras tan bellas como justicia social, compromiso ético, derechos humanos o democracia verdadera, para propagar la espita estudiantil valenciana. Porque la utilización torticera de la información es la clave de los ataques, sucios pero reales, del cuerpo a cuerpo en la política.
Y es que al final, y eso es lo triste, resulta que los estudiantes son cuestión menor, como su protesta contra los recortes en Educación. La policía repartió caña, y eso es lo importante. Es el fascismo de los intolerantes que se han atrevido a aprobar una reforma laboral. No importan las propuestas para conseguir que cobren aquellos a los que las diferentes administraciones deben un montón de dinero, tampoco que se haya bajado el sueldo a los ejecutivos de las Cajas de Ahorro intervenidas, y es baladí que el actual Gobierno pretende salvar del deshaucio a las familias con escasos ingresos. Nada importa para esa izquierda con motivos morales y éticos para ocupar la calle de todos. Creo que resulta paradójico que en Sevilla ayer un grupo de solidarios acudiera, de manera improvisada aunque Canal Sur señalara la convocatoria, a protestar a la sede del Partido Popular, cuando todos sabemos quien ha gobernado en Andalucía desde el principio de nuestra democracia. ¿Y la autocrítica, importante aportación marxista a la cultura, donde está? Ah que está en la calle y por eso hay que tomarla. Son las maniobras orquestales de la oposición, a las que está vez algunos quieren imponer ritmo de marcha militar. Qué asco. Estas primeras escaramuzas son sencillamente salidas de manual en esta partida de alfiles que promete llevarnos a todos a las fronteras del nerviosismo, a sangre y fuego como vociferó Alberto Ordoñez, el líder estudiantil valenciano durante la contienda.
Simplemente es el resultado de los que avivan las llamas de la irracionalidad, lo estamos viendo constantemente. Manipular a la masa para hacer con su descontento un instrumento político. Esta todo ya inventado y visto, solo se la cuelan a la ingenua juventud. Y lo peor de todo es que los mamones los ponen en primera linea.
Sería interesante conocer qué grado de influencia ideológica tuvieron los profesores del instituto Luis Vives durante los primeros días en que sus alumnos decidieron interrumpir el tráfico para protestar por los recortes en educación. Durante la denominada marea verde, presencié la manifestación de los estudiantes madrileños en apoyo a los profesores funcionarios huelguistas y se me cayó la cara de vergüenza.
Se diría que a alguien le gustan mucho los fuegos artificiales y nos ha tergiversado el antiguo chiste de que «el niño -ya estudiante- vaya caliente al instituto» para ahorrarnos la calefacción…una pena
Pues para mas gracia hoy se confirma que al instituto Luis Vives no le ha faltado calefacción desde hace siete años. Curioso ¿no?: http://www.lasprovincias.es/v/20120223/valencia/instituto-epicentro-protestas-tiene-20120223.html