¿Sale bien la bandera española? Me pregunta Carmen, contenta de que les haya pedido una foto de recuerdo. Ella lleva diez días con su pancarta, su bandera y el sombrero de paja en la glorieta de Atocha de Madrid, apostada, en protesta, frente a la sucursal que le estafó con la historia de las preferentes.
«Yo vivo lejos de aquí, me cuenta, pero resulta que conozco al director de la sucursal desde hace quince años. Era el director de la sucursal de mi barrio y cuando le trasladaron al centro de Madrid, me pidió que cambiara mi cuenta y mis ahorrillos a su nueva sucursal. Así lo hice. Confiaba en él. Hace dos años me dijo que metiera mis ahorros en esto de las participaciones preferentes. Un buen interés y además yo podría sacar mi capital si me hacía falta en cualquier momento. Ni leí los papeles. Y ahora resulta que mis ahorros de toda la vida han desaparecido en el fondo de su banco. ¿Pero sabe usted que es lo peor? Que cuando le veo todas las mañanas me sonríe y el otro día me llegó a decir que me ha tratado como trataría a su propia madre. ¿Cómo podrá dormir por las noches? ¿Qué es ? ¿Un ladrón, un estafador…? Yo que sé.
A Felipe le pasó prácticamente lo mismo, pero sus palabras me producen una tremenda preocupación. Me habla de los griegos y de los suicidios. De que entiende perfectamente esa expresión hecha de «estoy a punto de hacer una locura».
En Atocha, en la frontera del barrio de las letras, son nada mas que dos. Saben que les empiezan a tildar de «chalados» por protestar en un banco al sol, con el horario comercial bancario, durante toda la mañana . Son, creo, la avanzadilla de esos nuevos miles de desposeídos que han comenzado a manifestarse por las ciudades españolas en contra de esos banqueros, que además de la usura de toda la vida aprendieron, quizás de los políticos, las ventajas egoístas del engaño, el timo y la mohatra.