No se les acaba el chollo a los sindicatos subvencionados en este final de ciclo en el que impera el lema del que venga detrás que arree. Un principio de siglo en el que los españoles hemos comenzado a creer en los fantasmas, los del pasado, los del presente y los del futuro. Esos fantasmas que han tomado la isla de Perejil, han izado una bandera invisible de, y han comenzado a gritar cacofonías que nos chirrían en la memoria y señalan nuestra debilidad, tanto económica como mental. El estribillo está claro: Se acabó, se acabó la paz social.
Las maracas suenan a cargo de los enchufados en las empresas públicas que han blindado sus sueldos mediante las ordenanzas reglamentarias y los coros corren a cuenta del orfeón politicastro, expertos tenores de la mordida.
No se les acaba el chollo a los políticos tampoco, esa casta solidaria en la esencia del poder con la sindical, que juega con fuego mientras se queman los bosques. Que siguen gastando nuestro dinero a espuertas con el muy egoísta motivo de seguir conservando el suyo.
Esta mañana los accesos a Madrid han estado colapsados y los periodistas cifran ya el embotellamiento en una cola de 120 kilómetros. El motivo es la segunda huelga de 24 horas del sector ferroviario contra la liberalización del transporte de viajeros. Unos paros en Renfe, Adif y Feve, que coinciden con otra jornada de protestas contra los recortes salariales en el transporte público de Madrid y Barcelona. Una huelga maravillosa en la que millones de ciudadanos vamos a gastar mas del triple de gasolina del que teníamos presupuestado. Y no importa, tiramos de tarjeta y ya está. Si ellos lo hacen ¿Por qué no, nosotros también? Y es que parece que mientras haya crédito podemos pagar hasta el chantaje.
Reclamo el día en que las manifestaciones y las jornadas de huelga no se midan por el número de asistentes o por la cantidad de piqueteros detenidos por excederse en sus labores informativos. Creo que es necesario que conozcamos cuánto cuesta, y de verdad, esa paz social que hasta no hace mucho situaba su anticiclón perfecto en Rodiezmo, y se irradiaba con millones de euros y bonitas palabras. Y es que aunque estamos endeudados hasta las cejas, quizás nos convenga seguir pagando. Lo decía el refrán de nuestros abuelos: De perdidos al río. Aunque claro, lo cierto es que se les da la mano y te cogen el brazo, pero en esencia lo peor no son los chantajes económicos. El drama viene, vendrá cuando tengamos que subvencionar a los fantasmas.
Interesante post .Gracias
Como decía un amigo mío… ¡No hay perdón pa’l hombre bueno…!
¿Nos merecemos los españoles estos dirigentes políticos, sindicales, bancarios, autonómicos…?
¿Realmente se podría aplicar al pueblo español aquello de «¡que buen vasallo, si oviesse buen señor!»?
Sería lamentable que fuésemos todos una panda de cabrones en potencia, que desarrollamos nuestra perversión tan pronto como alcanzamos un poco de poder…
Muy buen análisis, amigo Manuel… Un poco triste, pero real como la vida misma… A perro flaco todo son pulgas… Y pronto también subvencionaremos a los fantasmas, si no los estamos financiando ya…