El mesías del independentismo, de profesión político, el impresentable ArturoMas, me recuerda cada día que pasa y actúa ante las cámaras de su rica TV3, al anterior Presidente del Gobierno de España, el ocurrente Zapatero, que nunca trabajó en la llamada economía productiva, y ya desde sus primeros años de universitario cobró de las subvenciones a su partido socialista. De la la patria, una grande y libre, en definitiva, esas tres palabras, que ayer desempolvó su sosias catalán para enfrentarse con el ministro José Ignacio Wert. Es un impresentable que no traspasa las rayas rojas de la política, se las esnifa.
Hoy ni tan siquiera mi fontanero Tomás, que tiene carnet del PSOE desde hace cuarenta años, habla bien de Zapatero. Me acabo de encontrar con él en el histórico mentidero de los artistas, en las esquina de León con la calle Cervantes, en el barrio de las letras de Madrid.
Tomas es un trabajador de siempre, y con 67 años nunca entenderá, me dice, esa pasión por la inutilidad sectaria de su líder caído y la corte de sectarios y sectarias con que se rodeó. Y esto días, en los que por cierto, tiene poco trabajo, me asegura que muchas mañanas cuando después de afeitarse, al escupir el sarro de sus dientes disuelto por el Binaca, en el lavabo, se acuerda de Bibiana Aido, Leyre Pajín, el gobernador ese del Banco de España, y unos cuantos ministros del alquimista del cambio de los apellidos, los cochecitos eléctricos las desaladoras, y tantas cosas que nunca comprenderá. En ese momento, de pronunciamiento ideológico, Tomás, me coge del brazo y me para, me mira a los ojos y arremete:
– «Me dan vergüenza. ¿Y sabe por qué? porque encima hablan de la clase trabajadora. La Carmen Chacón esa, ahora me entero que hizo trampas al Ejército. Mas de un día he estado a punto de borrarme. Nunca en mi vida he conocido tantos políticos basura. Ya les daba yo una guerra civil, como la que sufrieron mis padres en Madrid…. «.
Y Arturo Más ¿Qué le parece, la que está armando, estimado Tomás ? le pregunto mas que nada para salir del paso y seguir nuestra marcha.
– «!Ese! ese es igual que Zapatero, me contesta.»
Y Tomás se vuelve a parar, y me vuelve a coger del brazo. No hay manera de avanzar con este hombre anclado al pasado, ese pasado que por cierto respeto por todo el sacrificio que conlleva.
– «Mire Manuel, prosigue serio, ya sabe usted que soy hombre educado y respetuoso, pero mire lo que hago«.
Y va Tomás y escupe al suelo. Esta vez sin el dentífrico.
Amigo, la gente que aprendió a trabajar y ganarse el sustento de su familia con su trabajo y sudor, podrán haber estado engañados por letanias políticas que les hablaron de buenos y malos, de ricos y pobres; pero una cosa es cierta aunque con penurias económicas, mamaron de buena cuna lo que significaban el honor, la dignidad y la vergüenza y es por ello que hoy se sienten avergonzados de haber sido engañados por tantos golfos sin escrúpulos que decían ser los buenos y defensores de los trabajadores, y han resultado más falsos que los trileros de las ferias.
Un cordial saludo.
Yo me temo que lo peor de lo peor se ha metido en política. Algo de responsabilidad puede que tengamos todos, ya que cuando ya han provocado este desastre sin precedentes nos damos cuenta que nuestra participación no debería haberse limitado a ir cada cuatro años a votar. Un montón de hombres honrados debieran haber interceptado y anulado los robos en las gestiones de las cajas, los planes corruptos, las financiaciones irregulares y un todo mar de indignidades del patio de Monipondio