Se ha visto este fin de semana con el asunto de la fiscalía catalana ejerciendo de Magistrado Supremo de un país inexistente y el borrador extraño de informe policial sobre la corrupción política en Cataluña. Se les ha visto el plumero. Hay falsos periodistas porque cobran doblemente, por mal ejercer su oficio y por las prebendas que les da el poder político que corresponda. Por cierto que los mas miserables se conforman con un contrato de mil euros. Así está el patio.
Recuerdo que en diciembre va a hacer mas de un año los periodistas Casimiro García Abadillo y Joaquín Manso publicaron en exclusiva en el periódico El Mundo que los tres testigos de cargo de apodo galáctico, J-70, C-65 y R-10, de origen rumano, que con sus acusaciones llevaron al señor Zougam a una celda de castigo durante mas de 40.000 años, por ser el único autor vivo del 11 M, podrían haber mentido en su testimonio por el muy humano triple clásico de las coartadas: el dinero, la recompensa de prebendas como la nacionalización española o el premio de un trabajo estable. Una mentira que de comprobarse judicialmente significaría que la investigación y juicio del mayor atentado de la historia de España se cerraron en falso con el consabido velo de «la historia oficial».
¿Recuerdan la frase hecha del inconsciente colectivo de una multitud manipulada?: ¿Y tu, verdad oficial, o facha?.
Y después de una sonrisa cómplice, el estribillo:
-”ya vuelve la teoría de la conspiración”.
Porque recuerdo también que muchos periodistas con los que hablé hace un año de ello no le dieron importancia a la valía periodística de la exclusiva . Salía de ellos el miedo de verse encajados en ese membrete políticamente correcto de la «conspiranoia».
Hoy que ya es oficial que la juez Belén Sánchez ha llamado a declarar a Jamal Zougam porque existen dudas razonables de su culpabilidad una pregunta comienza a rasgar el aire: ¿Y si el juzgado como único autor de la masacre es inocente? ¿Y si Jamal Zougan está en la cárcel por un error de la verdad oficial?
El caso es que con esas cuatro obras, Catón le ha dado un golpe mortal a la historia oficial puesto que ha sembrado la inquietud en miles de lectores que exigen que se siga investigando la verdad y exhibiendo la mentira.