El paso adelante de la exconcejala socialista Olvido Hormigos con su portada en Interviu, a doce mil euros por sesión, nos demuestra a las claras ese nuevo valor añadido, o tasa de popularidad, que suponen para nuestra sociedad las redes sociales y esa voluntad de estar ahí, en todos los kioscos aunque sea en pelotas.
Esta mujer consigue a golpe de publicidad catódica romper todas las barreras del llamado hasta ahora sentido común. Ya traspasó las fronteras de la política, el escándalo y hasta el escarnio público. Después trituró los límites del feminismo, la publicidad y la ética de la libertad del cuerpo. Y qué no le hablen del derecho a la intimidad porque ella lo ha convertido en espectáculo para las grandes audiencias.
Lo más interesante, porque Olvido Hormigo se ha convertido esencialmente en un ser interesante por sus innovadoras propuestas acerca de la evolución social hasta la madre de todas las decadencias, es que desde ayer, esta mujer se masturba metafóricamente con sus numerosos mensajes en Twiter, ese mundo del pajarito algunas veces mas cruel y peligroso que el mito de la selva, soñando con ese orgasmo electrónico que, según sus palabras, supone para ella, o para sus nuevos asesores de imagen, que el «hashtag» lanzado al mercado wifi sea abrazado por un importante número de almas electrónicas. Y para ello ha manoseado el teclado con devoción y una férrea voluntad tras ese punto «g» de las redes sociales, esa cadena de RT,s que alimentan el placer del triunfo, el culto del ego y llevan al paraíso artificial de conseguir un » trending topic» internacional, que la promocione hasta el infinito y mas allá.
Interesante vocación e invento.