Me imagino un encuentro diplomático entre Maduro y Obama que incluso podría acabar en guerra. Los espías de ambos bandos limpian antes el escenario, los matones eligen las esquinas mas escondidas para vigilar la cita, y los asesores calientan las orejas a los líderes con los epítetos mas cariñosos, de «hijo de perra» para arriba, en esa caliente graduación del odio que germina por las diferentes ideologías políticas.
En España, por cierto, todavía estamos en el encontronazo fatal de las izquierdas y las derechas.
Y en mi ficción, justo hasta un minuto antes de producirse el «besamanos», los dos políticos se calzan una sonrisa, que dirigen a las cámaras de televisión y al final se estrechan una mano mientras con la otra se intercambian los regalos protocolarios.
Al comienzo de la semana, por el contrario la realidad nos mostró la imagen de la estudiante Julia Iriarte, ya famosa por el regate y desplante al Ministro Wert para no estrecharle la mano cuando este le entregaba el diploma de alumna brillante en la ceremonia oficial de los Premios Nacionales Fin de Carrera, donde una docena de los más de cien galardonados le negó el saludo al ministro, ante un público salpicado por camisetas del movimiento conocido como «marea verde», en defensa de la escuela pública frente a los recortes en educación y el proyecto de Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE). La docena de premiados que se negaron a saludar a las autoridades fueron ovacionados por los presentes.
Las declaraciones a posteriori de la tan brillante como mal educada Julia Iriarte no tienen desperdicio. Afirma que » Despertó una ovación generalizada y nos dimos cuenta que a la mayoría le parecía bien»
«No lo tenía planificado, surgió a raíz del primer chico que lo hizo casi al principio del acto.
Y el caso es que un montón de conocidos, amigos y transeúntes están encantados con el gesto reivindicativo, orgullosos de esa docena de jóvenes protagonistas del desprecio al ministro, máxima autoridad de la institución que les otorga el premio y con el que, paradójicamente, al final del acto, se hacen una foto para la historia de la insensatez, la grosería, la mala educación y los gestos vacuos.
Un claro ejemplo de ese nuevo adjetivo que ya circula en el mercado: logsiano: Dícese de aquellos que tan solo han conocido las leyes socialistas de educación españolas y conviven peligrosamente con el fracaso escolar, el despecho al esfuerzo y la falta de respeto.
Muy buen post, estupendo. Sinceramente me parece de una mala educación, de una falta de respeto, de gente que no merece la pena, en mi época se decía «barriobajera». La educación no está reñida con los desacuerdos que uno pueda tener. Como dice el refrán «lo cortés, no quita lo valiente» pues lo mismo. Sinceramente no se de que nos sorprendemos cuando vivimos en un país en el que «todo vale» en el que los medios de comunicación muestran la parte más rastrera del ser humano, en el que el peor educado es el «rey» y en el que, confabulados en definitiva con ellos, permitimos (y me incluyo por desgracia pues pertenezco a esta España devaluada) que los jóvenes se comporten sin estilo y sin educación. ¡Vamos! si uno de mis hijos hace algo semejante, primero me muero de la vergüenza y después tendría su castigo y por supuesto tendría que escucharme largo y tendido. España de borregos, como lo hizo el primero y «les hizo gracia» pues ella no quería ser menos. ¡¡Valiente, qué valiente!! Cada día me da más pena, más vergüenza vivir en esta España nuestra. ¿Qué hemos hecho mal? ¿Qué estamos haciendo?
Un afectuoso saludo a todos.