El señor Rubalcaba ha decidido romper ese silencio discreto, quizás interesado, y no solo por el faisán, que mantenía desde hace mas de un año acerca de los gobiernos de Zapatero, en los que el fue protagonista principal. Y lo ha hecho por una de las últimas causas progresistas que le quedan en la chistera: el feminismo y su correspondiente felicidad social que significará el final del machismo en la ajada piel de toro que nos asfixia.
Y si para ello hay que reformar la constitución se cambia. Ya vendrán a posteriori, y por su propio peso, el federalismo, la asimetría presupuestaria y la condonación de la deuda. A su discurso socialista de momento solo le faltan unos minutos dedicados a las leyenda negra y el exterminio indígena de nuestros conquistadores así como unas notas internacionalistas del maldito nacionalismo español y el derecho de los pueblos a decidir la guerra contra el mismo pueblo, porque visto lo visto, está claro que se atraganta todos los fines de semana con los grandes conceptos que permiten, en público, levantar la voz y conseguir un buen eco de aplausos: La justicia, la libertad, la igualdad. Igualito que si jugando al mus recibiera en cada mano tres reyes y un pito: treinta y una.
Pero no, ayer se descubrió con las señas propias del jugador desesperado al afirmar que está orgulloso del legado de Zapatero en los asuntos de la igualdad de la mujer, y así, jugando la chica, se olvidó de sus compañeras de Gabinete, la Pajín, de la simpática doña Bibiana. Nada que decir de las elegantes «chicas» del Vogue, y por supuesto un cero zapatero sobre las insensateces lingüísticas y las multas que propinó el Ministerio de Igualdad por el quítame por decreto ese atentado machista al sustantivo de género.
Además su pareja de juego, el rey de los medios, el hacedor de la tensión que beneficia los votos, el señor Gabilondo va y se descubre por las peteneras propias del ataque a una mujer trabajadora y con responsabilidades, a lo que se ve cualidades propias de los hombres. Que desatino.
El 11-M, el Prestige, la guerra de Iraq: Eso si que eran cartas ganadoras. Ahora sin juego, ni pares, los socialistas con Rubalcaba a la cabeza juegan a la chica y pretenden ganar la partida. Aunque al menos este sabe jugar. Otros de su misma cuerda ni tan siquiera eso.