Cada vez que mi teléfono me pide la clave de acceso me acuerdo de Alfredo. Y hasta hoy pensaba que la razón de mi dedicatoria estaba en mi último encuentro con el pintor. Ocurrió en la Gran Vía de Madrid, unos pocos días antes de que el artista nos dejara, con un blues en el alma para siempre.
Yo andaba trasteando el nuevo móvil que me había comprado frente a los escaparates de la Casa del Libro y después de saludarnos Alfredo me recordó que la clave del «pin» debería recordarla fácilmente, que ese número de cuatro cifras que estaba a punto de elegir, tenía que formar parte de mis recuerdos, anhelos y ensoñaciones.
Hoy, casi dos años después, al ver de nuevo sus cuadros en la exposición del Café Galdós de la calle de Los Madrazo, que estará abierta has el próximo 11 de enero, he descubierto el porqué el gran Alfredo me enseñó aquella mañana la importancia de las claves. En cada uno de sus óleos, mas allá de esa aparente realidad que el pintor nos muestra, es posible vislumbrar los números perdidos que nos introducen en nuestros mas inconscientes recuerdos. Porque sus paisajes increíbles nos hablan de esa parte olvidada de nosotros mismos y sus desnudos nos enfrentan a la aventura de cada día sin la falsa épica de las ideologías. Alfredo Albajara está de nuevo con nosotros.
Gracias en nombre de la familia. Y esperamos que la exposición os guste